Roma, 18/10/2018

En el Sínodo de los Obispos que estos días se celebra en Roma bajo el tema “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”, se encuentra participando como Auditor de parte del Camino Neocatecumenal D. Hilaire K. Kouaho, Rector del Seminario Diocesano Internacional Redemptoris Mater de Madagascar.

A continuación, enviamos la intervención que leyó ante el Papa Francisco y el resto de la asamblea sinodal en la tarde del martes 16 de octubre:

1. Beatísimo Padre, reverendos Padres Sinodales, queridos amigos jóvenes. Me llamo Hilaire. Soy de Costa de Marfil.

2. Doy las gracias a Su Santidad, que es también mi obispo, de poder participar en este gran momento eclesial en representación de todas las comunidades del Camino Neocatecumenal. 

3. Cuando tenía 18 años el Señor me hizo iniciar la experiencia del Camino Neocatecumenal. Provengo de una familia alejada de la Iglesia y junto a ellos he conocido la fe y la Iglesia a través de una pequeña comunidad. Hoy toda mi familia está viviendo esta experiencia de fe en Costa de Marfil. En 1992 entré en el Seminario Redemptoris Mater de Roma, y después de un tiempo de formación fui ordenado sacerdote para la diócesis de Roma. Desde hace 12 años soy rector del Seminario Redemptoris Mater de Madagascar. 

4. El tema de la escucha es crucial para entender a nuestros jóvenes. En cada situación a lo largo de su crecimiento, sobre todo en los momentos de crisis, debemos escucharlos. También es necesario educarlos a escuchar la voz de quien verdaderamente los ama tal y como son: Cristo. En el centro de la Revelación está Dios mismo que llama a su pueblo a la escucha. 

5. La experiencia que los jóvenes hacen en las comunidades neocatecumenales es la de la celebración semanal de la Palabra de Dios y de la posibilidad, en cada celebración, de ser escuchados dando su experiencia. Cada cristiano está llamado a poner su vida bajo la luz de la Palabra de Dios. Esta educación a escuchar y ser escuchados acontece en primer lugar en la familia a través de una “liturgia doméstica”, el domingo, donde los padres transmiten la fe a los hijos, según la costumbre del Camino Neocatecumenal. 

6. La comunidad a la cual los jóvenes pertenecen, los ayuda a sentirse tomados en serio. Crecer en una comunidad compuesta de personas de todas las edades, sexo y condición social ayuda a destruir las barreras generacionales y a crecer juntos en la fe. 

7. A través de la escucha de la Palabra, los jóvenes descubren cómo Dios está presente en su historia concreta, también en sus implicaciones más problemáticas y dolorosas. Descubren un Dios que es cercano y venda sus heridas, descubren el misterio de la cruz gloriosa que es la única que da un sentido a la existencia del hombre. 

8. En el interior de las comunidades, jóvenes y adultos viven una educación gradual a la fe a través de una iniciación cristiana que no presupone la fe, sino que en varias etapas ayuda a redescubrir toda la riqueza contenida en el bautismo. 

9. Este proceso se hace bajo la guía de un equipo de catequistas compuesto por laicos (hombres y mujeres) y sacerdotes que acompañan al joven a lo largo de su camino catecumenal. En esta fase del paso de la familia a la comunidad, el Camino ha descubierto la belleza de una pastoral de la post-confirmación que ayuda a los jóvenes a permanecer en el seno de la Iglesia y a experimentar sus riquezas en la edad crítica de la pubertad y de la adolescencia. 

10. En la pequeña comunidad pueden experimentar el calor fraterno que tanto desean los chicos. Las Jornadas Mundiales de la Juventud son ocasiones de gran respiro para los jóvenes que viven momentos de evangelización y fraternidad con coetáneos de otras partes del mundo. 

11. San Pablo VI, a través de la Humanae Vitae, ha ayudado a muchas familias en la Iglesia a estar abiertos a la vida. Esta apertura a la vida en el Camino ha dado como fruto vocaciones a la vida consagrada, al presbiterado y al matrimonio. Muchas familias jóvenes, después de un tiempo de gestación de la fe en el interior de su comunidad, llamados por los obispos y enviados por el Santo Padre, salen en misión a las zonas más secularizadas del mundo. 

12, El Espíritu Santo está llamando a muchos jóvenes de las comunidades a la vida sacerdotal. Han sido erigidos por los obispos diocesanos 122 seminarios diocesanos misioneros internacionales. Esta internacionalidad, que he experimentado yo el primero durante mi formación, la estoy viviendo ahora de nuevo con los seminaristas y los sacerdotes formados en nuestro seminario que proceden de 15 naciones de Europa, África y América.

13. Un joven en el fondo busca sólo una cosa: sentirse amado y acogido. La Iglesia, que es maestra en humanidad y que posee la riqueza del Evangelio, es la única en poderles ofrecer esta belleza del amor.

14. Allí donde se encuentre un joven en la tierra, también para él Jesucristo ha dado la vida y ha derramado su Sangre, aunque no lo sepa. Todos los jóvenes tienen el derecho de escuchar la Buena Noticia de que es posible ser feliz no viviendo egoístamente para sí mismo, sino para los demás. Los jóvenes esperan que nosotros, en cuanto Iglesia, salgamos para ir a encontrarlos en lo profundo de su alma, donde residen sus interrogantes más profundos y donde anida la impronta de Dios. 

Gracias, Santo Padre, por el bien que quiere para los jóvenes.

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