Visita a la parroquia de Santa Ana de Casal Morena 2-12-1984

S. Juan Pablo II

Roma, 2 de diciembre de 1984

Los neocatecúmenos, que son 110 y estaban presentes con sus familias, son los primeros que se encontraron con el Papa Juan Pablo II. Lo han acogido en la sala que normalmente sirve para celebrar la Eucaristía. Con su estilo habitual han cantado acompañando el canto con las palmas. Una auténtica gracia para nuestra parroquia, había dicho de ellos D. Amadeo y se lo había repetido el Papa presentándose a los que se incorporaron a la comunidad desde el primer momento cuando sólo existía una pequeña capilla donde apenas cabían 100 personas; estos han sabido transmitir -sobre todo a los jóvenes que se preparaban para los sacramentos de la iniciación cristiana- su espíritu de acogida y de relación con la Palabra de Dios. Con ellos, dijo D. Amadeo, hemos vivido la primera pobreza; aquella de cuando no teníamos ni tan siquiera el espacio necesario para estar juntos; con ellos hemos vivido la segunda pobreza, la de nuestro corazón tan poco nutrido del espíritu de Cristo como lo hemos descubierto en una confrontación con su Palabra; con ellos hemos vivido la tercera pobreza; la que ha llegado a ser nuestra actitud frente a la gracia que cada día se nos da y que queremos conservar como una verdadera riqueza del corazón. El Papa, una vez que un representante de las tres comunidades le expuso brevemente las fases del camino que ya han hecho, dirigió a los reunidos las siguientes palabras:

«Me habéis introducido muy bien en lo que es vuestra comunidad en esta parroquia: lo ha hecho primero el párroco y luego vuestro representante. Veo que esta parroquia se está construyendo también en el sentido de edificio, de complejo material; pero nosotros sabemos bien que la parroquia se construye sobre todo sobre la fe, sobre el Bautismo que nos prepara a la Eucaristía: esta es la construcción espiritual. Bautismo quiere decir catecumenado y neocatecumenado quiere decir que se debe volver al camino que una vez preparó a nuestros antepasados, los primeros cristianos al Bautismo para llegar a ser hijos de Dios, coherederos de Cristo. He aquí el Neocatecumenado como una realidad temporal que quiere decir una comunidad que vuelve a encontrar en la parroquia la novedad de la vida cristiana, su frescura, su originalidad, porque esto es la vida en su sentido pleno, la vida divina. Esta es la vida que se nos proyecta por toda la eternidad, no solamente la vida de estos años aquí sobre la tierra. Vida con Dios, vida como hijos de Dios, animados del Hijo Unigénito de Dios que es el Verbo, la Palabra encarnada y nacida de María Virgen: Jesucristo. Os deseo que seáis buena levadura de la novedad de la vida cristiana en esta comunidad de Santa Ana.

Os bendigo de corazón».