Visita a la parroquia de Santa Lucia de la Plaza d’Armi 18-1-1987

S. Juan Pablo II

Roma, 18 de enero de 1987

En un territorio como el de la Parroquia de Santa Lucia, habitado principalmente por personas de clase media alta, uno de los problemas más urgentes es el de evangelizar o reevangelizar a tantos que están lejos y de revitalizar una fe que es muchas veces solamente formal o superficial. Para proveer a estas exigencias desde hace unos años se abrió en la Parroquia el Camino Neocatecumenal. Surgió una primera comunidad y este año ha nacido una nueva comunidad. El Papa se encontró con la Comunidad Neocatecumenal en otra salita. Un joven le expuso el camino emprendido, dijo que se trataba de una pequeña semilla que deberá crecer pero que quiere ser desde ahora un punto de referencia para los alejados para que puedan volver a la casa del Padre. El Papa se dirigió de esta manera a los representantes de las Comunidades Neocatecumenales:

“He aquí lo que os quiero decir. Quisiera deciros que a todos nosotros nos faltaba y nos falta siempre un verdadero catecumenado, un verdadero catecumenado como lo tenían los cristianos de las primeras generaciones, un catecumenado como el vuestro, un neocatecumenado. Porque no basta estar ya bautizados, hace falta ser de nuevo catecúmenos. Y después estando ya bautizados se puede comenzar un camino. Este camino se comienza rápido entrando en este neocatecumenado. Con esta preparación Neocatecumenal se llega a ser itinerantes, porque Jesús hizo a sus discípulos más cercanos, apóstoles, que quiere decir enviados, es decir itinerantes. También yo trato de imitar vuestro ejemplo, pero mi itinerancia es mucho menos dura. Así creo.

Os deseo que caminéis bien en este camino elegido por vosotros y también en esta itinerancia dondequiera que estéis; si estáis aquí en esta, muy bien; como si vais a otras parroquias de Roma, a otras ciudades, a otras comunidades de Italia o fuera de ella, a todo el mundo.

Os deseo que llevéis con vosotros un testimonio de una fe madura. Es por lo que siempre invocáis a la Virgen: “tú has creído en la Palabra del Señor”. Su fe es verdaderamente lo máximo de lo que quiere decir creer, “has creído”. Pero, ¿cómo ha creído María?

Esto es algo estupendo, no basta esta palabra. Con esta fe madura a imitación de María que creyó en la palabra del Señor vosotros tratáis de ir en busca del mundo contemporáneo, nuestros hermanos y hermanas de este mundo y de esta época difícil lejana a la fe. Porque solamente desde una fe madura, desde una fe ferviente se puede encender la luz en los otros, especialmente en aquellos que están lejos.

Así, pues, os bendigo de corazón a todos, a vuestras familias, a vuestros hijos y a vuestro Camino”.