Audiencia privada por el envío de treinta y seis familias para la “Nueva Evangelización” 27-12-1987

S. Juan Pablo II

Fiesta de la Sagrada Familia. Castel Gandolfo, 27 de diciembre de 1987

Treinta y seis familias, pertenecientes a diversas Comunidades Neocatecumenales, han recibido de manos del Papa el crucifijo que los acompañará en los diversos lugares de misión hacia los que están a punto de partir. La sencilla ceremonia de entrega ha tenido lugar el domingo, 27 de diciembre, por la mañana, en el Salón de los Suizos del Palacio Pontificio de Castel Gandolfo a continuación del encuentro mariano del Papa con los fieles para el rezo del Ángelus.

El Papa ha dirigido a las familias presentes las siguientes palabras:

«Queridos amigos: os agradezco vuestra visita a Castelgandolfo en un día tan significativo dentro de las fiestas natalicias. La Navidad se celebra con gran solemnidad litúrgica, también con una gran alegría y participación popular; pero, tal vez, no nos damos cuenta suficientemente de lo que significa la Navidad.

Navidad es el comienzo de una misión, misión divina entre los hombres: Dios que nace como hijo del hombre, de la mujer, es un enviado del Padre, del Padre celeste, y nace para cumplir esta misión. La fiesta de hoy viene inmediatamente después de Navidad: la Sagrada Familia. Esto es muy significativo, quiere decir que esta misión divina, hecha humana por la encarnación del Verbo de Dios, esta misión se confía, en primer lugar, a la misión familia.

Yo veo este encuentro y en el desenvolvimiento de vuestro Camino Neocatecumenal, lo mismo que en el proyecto misionero confiado a diversas familias -no a personas en particular, sino a familias enteras- veo una actuación, una realización de este acontecimiento significativo que pertenece a la Historia de la Salvación, a la historia de la misión divina dentro de toda la familia humana, entre los hombres, dentro de todo el género humano. Os deseo que participéis en esta misión divina confiada a la Sagrada Familia en vuestras familias, sobre todo en aquellas familias fiel reflejo de lo que ha querido Dios que sea la familia humana y que nos ha mostrado en la Sagrada Familia de Nazaret.

La misión se llama “ad extra” que quiere decir “ir”, «amaestrar” que fue lo que Jesús dijo a sus apóstoles al final de su misión mesiánica en esta tierra. Dice muy bien el Concilio Vaticano II que los Doce eran representantes de todo el nuevo Israel, incluida -naturalmente- la familia que es la célula de todo pueblo, del nuevo y del viejo Israel. De esta manera su misión debe implicar a las familias: esto es lo que tratamos de descubrir porque estaba un poco escondido, no se valoraba lo suficiente, no estaba actuado suficientemente, a pesar de que en la Iglesia existan muy buenas tradiciones de la familia cristiana; pero esta característica misionera es una cierta novedad. El fin de vuestro movimiento, o mejor de vuestro camino, trata justo de redescubrir esta novedad misionera de la familia: la Iglesia en “status missionis”, la Iglesia toda entera misionera, la familia en “status missionis”.

Deseo que caminéis -caminar quiere decir moverse- bien por esta senda que habéis encontrado en el Camino Neocatecumenal.

Deseo dar una bendición a todos los aquí presentes, a los que se preparan para una misión en países lejanos, quizás no tan lejanos geográficamente, pero muchas veces lejanos espiritualmente; alejados de la fe, de la visión cristiana de la vida.

Esta es la misión de las familias: para acercar a una familia lejana, es necesario la presencia de las familias, el testimonio de las familias, el apostolado de las familias».