Visita pastoral a Macerata, Foligno y al Gran Sasso 19-6-1993

S. Juan Pablo II

Sábado 19 y domingo 20 de junio de 1993

Esto escribe Francisco Tarsicio Carboni, obispo de Macerata:

Juan Pablo II, el 13 de septiembre de 1992 me escribía: «Ya que amo tanto a China y mi interés por esa Iglesia “ha sido especial y constante estímulo de mi Pontificado” (Carta a los obispos del mundo del 6 de enero de 1982 – L’Osservatore Romano del 24.1.82), formulo un vivísimo voto de que la figura de este hombre de Dios sea cada vez mejor conocida y apreciada, por los méritos adquiridos en sus 57 años de vida, de los que pasó 28 en aquella vasta región» (L’Osservatore Romano, 27 de octubre de 1992, p. 2).

Llega ahora el tiempo de detenernos con el Santo Padre ante la casa donde nació Mateo Ricci y recorrer las calles de Macerata donde el apóstol de China tuvo el primer germen de su vocación. Mateo Ricci nació en Macerata el 6 de octubre de 1552, el 15 de agosto de 1571 entra en el noviciado de la Compañía de Jesús, el 18 de mayo de 1577 deja Roma para irse a las Misiones de Oriente, el 26 de julio de 1580 es ordenado sacerdote en Cochín (India); el 10 de septiembre de 1583 llega a China, y muere en Pekín el 11 de septiembre de 1610.

«Hoy -escribía el Papa en 1982- la figura del P. Ricci está viva ante el pueblo chino con el nombre de “Li Ma-tou”. Él constituye una herencia común de la Iglesia y de China y se presenta como sólido y emblemático punto de referencia para un diálogo constructivo dirigido al futuro» (L’Osservatore Romano, 27 de octubre de 1982).

Han pasado solamente 11 años y la venida del Santo Padre a Macerata confirma y da impulso nuevo a la relación fraterna “Iglesia-China” que, hay más de una razón para creerlo innegablemente, está pasando por Macerata:
Desde hace dos años está funcionando en Macerata un seminario diocesano misionero «Redemptoris Mater», con la finalidad específica de formar sacerdotes dispuestos a dar la vida, como el P. Mateo Ricci, por la evangelización de China: son ya 18 los seminaristas que están cursando estudios regulares de Filosofía y Teología.

Ya en el curso escolar 1993-94 el número de alumnos podrá llegar a 30 individuos, que se formarán en el recinto del seminario, a la espera de una estructura capaz de acoger un centenar dentro de unos años. El Santo Padre bendecirá en la catedral la primera piedra del nuevo “seminario para China” que surgirá aquí en la ciudad de Mateo Ricci, considerado con razón “Puente entre Occidente y Oriente”. La universidad local ha comenzado a impartir un curso de lengua china, al que asisten nuestros seminaristas y otros alumnos interesados en lengua mandarina.

Son luces de significativa claridad, según la frase del Santo Padre: «Al futuro es adonde hemos de mirar» (Enseñanzas de Juan Pablo II, IV, 1, 1981, p. 384). «Abrigo la esperanza de copiosos beneficios, no solo para la acción misionera de la Iglesia -escribe el Papa- sino también para todo el querido pueblo chino, al que la Sede Apostólica mira con especial simpatía y afecto por toda la admirable realidad de tradiciones y de cultura, de elevada humanidad y de rica espiritualidad, que forma el acervo histórico y actual de la gran nación china» (Cfr. L’Osservatore Romano, 24 de Enero de 1982).

La presencia del Papa entre los 18 seminaristas que miran a China dará vigor a estas esperanzas.