Visita a la parroquia de San Francisco de Sales 13-3-1994

S. Juan Pablo II

Roma, 13 de marzo de 1994

El Santo Padre, dirigiéndose a los niños, ha dicho:

«Hoy he oído que cantáis con alegría. Es Cuaresma, pero vosotros cantáis con alegría. Es justo que cantéis con alegría, porque este IV Domingo de Cuaresma tradicionalmente se llama “Laetare”. “Laetare” significa “alegrarse”. ¿Por qué los cristianos se alegraban en este domingo? Se alegraban por su Bautismo. Se alegraban especialmente los catecúmenos que se preparaban al Bautismo y en este día recibían ya el símbolo de la fe. Entonces eran admitidos a la fe. La catequesis principal era esta.

¿Sabéis quién es catecúmeno? Es el que se prepara al Bautismo. Luego están los neocatecúmenos, o Neocatecumenales, en esta parroquia. Era muy importante en la Iglesia primitiva, y lo es siempre en la Iglesia, la preparación al Bautismo. El Bautismo es un gran misterio, una gran realidad cristiana. Es el comienzo de la vida en Cristo. Y los catecúmenos se preparaban y se preparan para comenzar bien la vida en Cristo. Hoy para los pequeños recién nacidos falta el catecumenado verdadero, y por esto es necesario un neocatecumenado, un neocatecumenado posterior que completa lo que le falta al pequeño neonato bautizado. Así se explica la gran importancia del Movimiento Neocatecumenal.

He de decir que todo el período cuaresmal que vivimos ahora nos recuerda cada año este Camino Neocatecumenal: cómo se preparaban a recibir el símbolo y luego, unas semanas después, a recibir a Jesús Resucitado. El Bautismo significa la nueva vida en Cristo, esta nueva vida manifestada, revelada mediante su Resurrección después de la muerte».