Saludo a los salmistas de las Comunidades Neocatecumenales en el Ángelus dominical 21-3-1982
S. Juan Pablo II
Roma, 21 de marzo de 1982
Del discurso pronunciado por el Santo Padre antes del Ángelus dominical.
«…Quiero continuar con el tema: “La reconciliación y la penitencia en la misión de la Iglesia”, tema que nos acompaña durante toda la cuaresma, con miras al Sínodo de los Obispos que está en preparación.
La primera y fundamental reconciliación con Dios en Jesucristo y la primera conversión (esto es penitencial) se realizan en el sacramento del Bautismo. En el caso del Bautismo de los adultos esta primera conversión a Dios y la fundamental reconciliación con Él en Cristo son fruto de una larga preparación: de una iniciación profunda. Esta preparación se llama -desde los primeros siglos de la Iglesia- catecumenado. El catecumenado ha sido siempre particularmente intenso durante el tiempo de la cuaresma. Esta tradición continúa viva también en nuestro tiempo, en el que reciben el sacramento del Bautismo, en gran parte, los recién nacidos dentro de las familias cristianas. Pero también en nuestro tiempo la cuaresma debe servir -si no a la preparación de la primera conversión mediante el Bautismo- al menos, a la profundización y renovación del mismo. ¡Y muy frecuentemente debe servir para la nueva conversión y reconciliación con Dios en el sacramento de la penitencia!
Por esto, especialmente en el período de la cuaresma, se intensifica la catequesis de la Iglesia bajo varias formas (por ejemplo, en parroquias, en grupos o en ejercicios espirituales individuales, llamados retiros).
La catequesis es también el medio mejor
para la reflexión sobre el problema mismo de la reconciliación y de la
penitencia en la misión de la Iglesia, como lo espera de vosotros el
Sínodo de los Obispos.
Encomendamos a Dios este trabajo cuaresmal de la Iglesia mediante la intercesión de la Madre del Verbo Encarnado…
Dirijo un saludo cordial a los cantores-salmistas de las Comunidades
Neocatecumenales que han venido a Roma para un encuentro de preparación a
la liturgia del Triduo Pascual.
Queridísimos: el misterio de Cristo Resucitado, que os disponéis a celebrar con vuestros cantos, sea testimoniado también con vuestra vida, de manera que quede exaltado ante el mundo por el acorde armonioso de las palabras y de las obras Aquel que “muriendo destruyó la muerte, y resucitando, restauró la vida”.
A todos vosotros y a vuestros seres queridos mi Bendición Apostólica».