Visita a la parroquia de San Basilio 10-3-1979
S. Juan Pablo II
Roma, 10 de marzo de 1979
Presentación del párroco don Carmelo:
«Padre Santo, aquí encuentra reunidas cuatro Comunidades Neocatecumenales.
Las comunidades están basadas sobre un trípode: la escucha de la Palabra
de Dios que se hace el miércoles y la celebración eucarística el
sábado. La celebración de la Palabra se prepara en grupos. Después se
funda sobre el segundo pilar que es la Eucaristía, tras una catequesis
profunda sobre el misterio eucarístico. El tercer pilar es la vida
comunitaria, en las convivencias; llegar a vivir en la comunidad una
vida comunitaria, no solamente común. De estas cuatro comunidades, la
primera nació hace cuatro años y después, año tras año, han nacido las
demás. Aquí está presente el catequista que vino la primera vez,
Gioacchino».
Gioacchino dirigiéndose al Santo Padre dijo:
«Padre Santo, todos nosotros aquí reunidos estamos contentos de tenerle
en medio de nosotros, de acogerle en “Nombre del Señor”, como “el que
viene en Nombre del Señor”. Queremos expresarle, yo en nombre de todos
estos hermanos, la gran alegría de poder descubrir, en este Camino
Neocatecumenal, la Iglesia como nuestra Madre, que nos está llevando
poco a poco a redescubrir nuestro Bautismo. Sentimos una gratitud
inmensa al Señor y a la Iglesia porque este Camino nos está ayudando
muchísimo a sentir al Señor Jesucristo vivo y presente y en nuestra vida
y a crear la comunión fraterna. Agradecemos a la Iglesia -y Usted en
medio de nosotros la hace particularmente presente y viva- que nos está
haciendo este gran don de redescubrir nuestro Bautismo.
Ahora, como Vd. nos invita a hacer siempre, cantamos…
“¡Por eso cantamos: La muerte es absorbida en la victoria!”»
Estas son las palabras que espontáneamente pronunció el Papa:
«De todas las palabras que ha dicho, la más importante es la de redescubrir. Muchos piensan que lo saben todo sobre: la Iglesia, Cristo, el Evangelio, Dios… lo saben todo pero no tienen nada que descubrir. Nos lo han enseñado en la escuela, entonces basta la escuela; después lo olvidamos, pero lo sabemos todo. Sin embargo, todo está por redescubrir… Solamente la fe que se sabe descubrir a sí misma, su contenido, su actitud fundamental, es la fe dinámica. Para la Iglesia y para el pueblo de Dios es necesaria la fe dinámica que trata de descubrir, que sabe hallarse a sí misma.
Os deseo que vayáis adelante en el camino que habéis comenzado, que descubráis, cada vez más, el misterio de la Iglesia, el misterio de Cristo, el misterio de Dios. Este descubrimiento nos lleva, hasta nosotros mismos: ya que el misterio de Cristo, el misterio de la Iglesia solamente se explica dentro de nosotros mismos. No puedo vivir sin la Iglesia, sin comprender lo que soy yo, sin comprenderme a mí mismo. Hay un esfuerzo muy feliz, muy positivo y os deseo que perseveréis».