Visita a la parroquia de San Eligio 26-4-1987
S. Juan Pablo II
Roma, 26 de abril de 1987
En la parroquia de San Eligio se ofreció un importante testimonio cristiano por parte de los laicos de las Comunidades Neocatecumenales. Ante todo, es una comunidad abierta, no cerrada en sí misma, bien integrada en la vida de la parroquia. Esta presencia ha llevado por todas partes y sobre todo en las familias, un mensaje de libertad muy significativo, un mensaje de amor, gracias al modo de ser de los miembros de la comunidad: directo, sencillo, humilde. Juan Pablo II se encontró con los miembros de las Comunidades Neocatecumenales en otro salón de la parroquia. A su entrada fue acogido por las bellas y conmovedoras palabras del canto dedicado a María: “María, bendita María, tú has creído a la palabra del Señor”. Un componente del grupo trazó la historia de la Comunidad Neocatecumenal en la parroquia de San Eligio. Contó las dificultades iniciales, habló de los momentos fuertes que se viven juntos en la parroquia y dijo cómo la comunidad está abierta a la realidad circundante. “De su visita -dijo al Papa- sacaremos fuerzas y estímulos para continuar con esfuerzo renovado en nuestro camino de fe”.
Respondiendo a este saludo dijo el Papa:
«Ante todo, tendría derecho a saludaros de parte de tantas Comunidades Neocatecumenales como he visto ya, por lo menos las he visto con los ojos, en América Latina, en diversos lugares de mis viajes, de mi itinerario. Comenzando por Montevideo, y luego por ese larguísimo país, como es Chile y por ese otro país como es Argentina. He visto tantas veces la inscripción “Comunidades Neocatecumenales”, naturalmente en español. Todos saludaban al Papa, acogían al Papa, lo acogían con el mismo espíritu con que lo acogen los Neocatecumenales en las diversas parroquias. Los mismos cantos, al menos con las mismas melodías como lo cantáis aquí, con los mismos temas. Creo que debía aprovechar este encuentro para contaros esto, porque vuestro movimiento es muy dinámico y está en diversas zonas del mundo. Siente su vocación, la llamada del Señor de estar presente en la Iglesia, allí donde la Iglesia está ya constituida y donde la Iglesia vive su camino cristiano, bautismal, donde la Iglesia a veces es muy débil, está reducida, en los países con mayoría no católica, como por ejemplo, los Países Escandinavos.
Esto es lo que quiero decir en primer lugar. Después subrayar la característica de este encuentro de hoy que tiene lugar en el segundo domingo de Pascua, es decir al final de la octava de Pascua. Para nosotros los cristianos, para los católicos, tal vez con mayor relieve para los ortodoxos, es la mayor de las solemnidades, “solemnitas solemnitatum”. No es solamente una solemnidad, es el misterio más grande. Misterio con el cual comienza nuestro camino espiritual y con el cual termina, hacia el cual está orientado nuestro camino espiritual. De manera especial, vosotros como Neocatecúmenos estáis orientados especialmente hacia este Misterio Pascual, a través de la realidad sacramental del Bautismo. Por eso vivimos juntos en Pascua el Bautismo. Basta ver la liturgia de la Vigilia Pascual, toda la liturgia como se ha celebrado a través de los siglos, de modo especial en las primeras generaciones cristianas y como se celebra hoy en San Pedro. Nos une estas dos dimensiones: dimensión pascual y dimensión bautismal. Porque lo que corresponde a la realidad pascual es toda nuestra vida, y sobre todo, no diré sobre todo, sino en primer lugar, el Bautismo. Vuestra vocación es vivir más profundamente el Bautismo, profundizar el misterio bautismal que es el punto de partida, fundamento de la vida cristiana, de nuestro ser cristiano. Os animo a continuar en vuestro camino, que es camino catecumenal, que es al mismo tiempo de intensidad en la palabra de Dios. Van juntos: Sacramento, Bautismo y Palabra de Dios.
Podemos decir que el Camino Neocatecumenal ha recibido este gran desafío de la Palabra de Dios. Contemplar esta Palabra, profundizar, leer, leer en el sentido profundo de la palabra “leer”, leer quiere decir profundizar, ir hasta el fondo de los significados, hasta la esencia de las cosas significadas. Vuestra vocación Neocatecumenal está unida y ligada a la Palabra de Dios. Vivir la Palabra de Dios y hacer vivir la Palabra de Dios a los otros. De esta manera vosotros sois, muchas veces, catecumenales y catequistas y esto es una cosa justa. Se puede decir que una buena formación para ser catequista es ser Neocatecumenal, vivir este Camino Neocatecumenal. Porque las verdades de la fe no se pueden interpretar solamente en sentido intelectual, con nociones especulativas. Bueno, también con ellas, pero sobre todo deben ser vividas con la gracia de Dios, con la ayuda del Espíritu Santo. Creo que basta con esto para no entrar en las cuestiones específicas que son propias de vuestras reuniones Neocatecumenales. Os deseo una buena Pascua, “Cristós Anésti”, como se dice en griego, o “Cristós Vascrés”, como se dice en ruso. Esto expresa el centro, el núcleo de nuestro cristianismo.
Os deseo que estéis siempre cerca de este núcleo del cristianismo y que acerquéis a los demás, a los más alejados. Acercadlos a este núcleo del cristianismo.
Que el Señor os bendiga y a vuestras familias: familias, esposos, jóvenes, niños, a todos».