Visita a la parroquia de San Irineo de Centocelle 9-3-1986
S. Juan Pablo II
Roma, 9 de marzo de 1986
Hace trece años nacía en San Irineo la primera Comunidad Neocatecumenal. Desde entonces el Camino se ha desarrollado enrolando cada vez más un número mayor de personas, tanto que hoy las comunidades presentes en la parroquia son cinco y para algunos fieles ha llegado el momento de la “Redittio”, de la profesión pública de fe después que por algunos años se han hecho misioneros en el barrio. Juan Pablo II se ha encontrado en la Iglesia parroquial con la viva realidad de las Comunidades Neocatecumenales. Ha sido un encuentro largo y festivo durante el cual, sin embargo, no han faltado momentos de profunda emoción, sobre todo cuando dos jóvenes han recitado el “Credo” recordando el camino de su conversión y de su descubrimiento del amor de Dios. Acogido con el canto “María tú has creído en la Palabra del Señor”, el Santo Padre se ha parado un largo rato para saludar a los presentes y sobre todos a los niños. Después de una breve presentación del párroco, el iniciador del Camino Neocatecumenal en la parroquia ha dirigido al Papa un saludo en el cual ha ilustrado la actividad desarrollada por las comunidades y las etapas alcanzadas. Explicó el significado de la etapa de la “Traditio” durante la cual, los hermanos son enviados casa por casa a anunciar el Evangelio, y la de la “Redditio”, que culmina el Domingo de Ramos con la entrega de la palma de la victoria, símbolo de la llamada del cristiano a dar testimonio de la propia fe hasta el martirio. “Después de la “Redditio” pedimos a nuestros hermanos ponerse a disposición del párroco, justo porque el Camino Neocatecumenal no quiere ser un movimiento que lleva adelante algo suyo, sino que quiere estar, en la Iglesia al servicio de la Iglesia. Juan Pablo II ha dirigido estas palabras a los miembros de las cinco Comunidades:
«Cuando oigo este canto, “María tú has creído en la Palabra del Señor” sé que estoy en presencia de un grupo Neocatecumenal. Lo he oído en diversos países y en diversos continentes, recientemente incluido en la India; el mismo tono, la misma melodía, las mismas palabras de este canto: esta invocación a María que ha creído y que se ha convertido de esta manera en la primera creyente, podemos decir, la corifea de todos los creyentes. Ella ha creído en el sentido más pleno y más fructífero. “María has creído en la Palabra del Señor”: con estas palabras la bendijo Isabel y con las mismas palabras la bendecimos nosotros, la bendice toda la Iglesia y la bendecís, especialmente, vosotros Neocatecumenales. Para vosotros el camino de la fe es la cosa esencial, aquel camino que tiene su inicio sacramental, en el Bautismo y que tiene su dimensión a lo largo de la vida del hombre, de cada uno de nosotros. Este camino, como habéis dicho muy bien, tiene también su ritmo: un ritmo que se expresa en estas dos palabras “Traditio” y “Redditio”. La fe debe ser transmitida y recibida: esto se hace con el Bautismo y después a través de la educación cristiana. Esto se cumple a través de los varios mensajeros de Dios, como fue para María el mensajero angélico, Gabriel. Y esto ha sido hecho a través de Jesucristo, primer y absoluto mensajero de Dios para la humanidad entera. Esto se hacía a través de los Apóstoles y se hace a través de la Iglesia la fe recibida debe ser transmitida porque es un tesoro gratuito que Dios nos ha ofrecido no sólo para esconderlo dentro de nosotros, para vivirlo de manera intimista, privada, sino que se nos ha mandado transmitirlo a los otros. Y así los Neocatecumenales se hacen catequistas itinerantes, llevan el Evangelio de Cristo, llevan el testimonio de la fe: no solamente palabras santas en sentido abstracto sino palabras testimoniadas, la Palabra de Dios testimoniada por la fe de cada uno. Esto es una fuerza. Yo os deseo, carísimos, que este doble ritmo de la fe, “Traditio” y “Redditio”, sea siempre el de vuestra vida, sea cuando estéis en camino y cuando, después de haberlo terminado, volváis como cristianos particularmente maduros a la comunidad de la parroquia.
Os encuentro siempre con muchísimo gusto. Los encuentros con vosotros son siempre muy alegres por dos elementos: uno por el canto, un canto muy enérgico, y el otro con los niños, los pequeños que hacen -digamos- su Camino Neocatecumenal y llevan a todos, y a mí, una gran alegría. Deseo abrazaros a todos con una bendición y desearos una buena Pascua en vuestro Camino Neocatecumenal. Os bendiga Dios Omnipotente, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Buena Pascua!».