Ángelus en la plaza de San Pedro 29-X-2006
Benedicto XVI
Plaza de San Pedro, 29 de octubre de 2006
En el “Ángelus” de hoy el Papa Benedicto XVI, sin nombrar directamente al Camino Neocatecumenal, habla de experiencias de catequesis propuestas a jóvenes y adultos que permiten recorrer un camino de redescubrimiento de la fe de modo maduro y consciente, para asumir luego un compromiso coherente de testimonio y afirma que este trabajo es muy importante hoy.
«Queridos hermanos y hermanas:
En el Evangelio de este domingo (Mc 10, 46-52) leemos que, mientras el
Señor pasa por las calles de Jericó, un ciego de nombre Bartimeo se
dirige a él gritando con fuerte voz: “Hijo de David, ten compasión de
mí”. Esta oración toca el corazón de Cristo, que se detiene, lo manda
llamar y lo cura. El momento decisivo fue el encuentro personal,
directo, entre el Señor y aquel hombre que sufría. Se encuentran uno
frente al otro: Dios, con su deseo de curar, y el hombre, con su deseo
de ser curado. Dos libertades, dos voluntades convergentes: “¿Qué
quieres que te haga?”, le pregunta el Señor. “Que vea”, responde el
ciego. “Vete, tu fe te ha curado”. Con estas palabras se realiza el
milagro. Alegría de Dios, alegría del hombre.
Y Bartimeo, tras recobrar la vista -narra el Evangelio- “lo sigue por el
camino”, es decir, se convierte en su discípulo y sube con el Maestro a
Jerusalén para participar con él en el gran misterio de la salvación.
Este relato, en sus aspectos fundamentales, evoca el itinerario del
catecúmeno hacia el sacramento del Bautismo, que en la Iglesia antigua
se llamaba también “iluminación”.
La fe es un camino de iluminación: parte de la humildad de reconocerse
necesitados de salvación y llega al encuentro personal con Cristo, que
llama a seguirlo por la senda del amor. Según este modelo se presentan
en la Iglesia los itinerarios de iniciación cristiana, que preparan para
los sacramentos del Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía. En los
lugares de antigua evangelización, donde se suele bautizar a los niños,
se proponen a los jóvenes y a los adultos experiencias de catequesis y
espiritualidad que permiten recorrer un camino de redescubrimiento de la
fe de modo maduro y consciente, para asumir luego un compromiso
coherente de testimonio.
¡Cuán importante es la labor que
realizan en este campo los pastores y los catequistas! El
redescubrimiento del valor de su Bautismo es la base del compromiso
misionero de todo cristiano, porque vemos en el Evangelio que quien se
deja fascinar por Cristo no puede menos de testimoniar la alegría de
seguir sus pasos. En este mes de octubre, dedicado especialmente a la
misión, comprendemos mucho mejor que, precisamente en virtud del
Bautismo, poseemos una vocación misionera connatural.
Invoquemos la intercesión de la Virgen María para que se multipliquen
los misioneros del Evangelio. Que cada bautizado, íntimamente unido al
Señor, se sienta llamado a anunciar a todos el amor de Dios con el
testimonio de su vida».