Visita a la parroquia de Santa María Madre del Redentor 10-4-1988
S. Juan Pablo II
Roma, 10 de abril de 1988
“Hemos escuchado en el Evangelio de hoy que Tomás buscaba signos para creer que Jesús había resucitado verdaderamente. Creo que para Tor Bella Monaca un signo de que Jesús ha resucitado pueden ser estos hermanos y hermanas y su fe y el entusiasmo de su fe”, ha dicho el párroco al presentar al Santo Padre las dos Comunidades Neocatecumenales de la parroquia reunidas en la Iglesia. “Estamos preocupados por la pastoral de adultos -ha continuado don Mario-. Muchos están lejos de Dios, de la Iglesia, pero estoy viendo que a través del Camino Neocatecumenal ha sido echada una red al lago y que muchos son cogidos por esta red y se ponen en camino para buscar al Señor”. El Papa después de haber oído algunos testimonios, dirigió las siguientes palabras a los presentes:
«Carísimos, os saludo a todos. A los padres, a los adultos, a los jóvenes y a los niños que, como siempre, son numerosos en vuestras comunidades. Doy gracias a Dios por esta vida naciente. Os encuentro a menudo, os he encontrado el Domingo de Ramos por la tarde, he oído muchos testimonios y después he tratado de hablar un poco más largo. Hoy os encuentro en esta parroquia y os digo que gozo por este encuentro y por esta parroquia que habéis encontrado. Sé que tratáis de llevar adelante vuestra presencia, vuestro testimonio y vuestra misión.
Hoy hemos escuchado un trozo del Evangelio muy interesante sobre el Cenáculo, porque estaba allí la figura de Tomás, el incrédulo, que se convirtió a Cristo resucitado en el Cenáculo. He pensado en vosotros, porque vuestras comunidades, como me dicen muchos, son también los lugares y los ambientes en los cuales las conversiones de incrédulos, de un Tomás incrédulo que se convierte en un Tomás creyente y que grita “Señor”, se repiten.
Esta es la gracia del Cenáculo. Debéis permanecer siempre en el Cenáculo».