En un sencillo y emocionante acto, el domingo día 1 de diciembre de 2024, en la iglesia del Seminario Redemptoris Mater de Roma, Kiko Argüello, iniciador del Camino Neocatecumenal con Carmen Hernández, recibió la Medalla «Per Artem ad Deum» por su contribución al arte sacro.
El premio lo otorga cada año la Asociación SacroExpo, a artistas o instituciones cuyos logros artísticos contribuyen al desarrollo de la cultura y la espiritualidad humana. Cuenta con la particularidad de ser el único premio patrocinado por el Dicasterio para la Cultura y la Educación.
Vídeo del acto de entrega del premio
«Nueva estética en la Iglesia», Kiko Argüello
¡Muy bien, muy bien! Gracias. ¿Puedo decir una palabra?
Le doy las gracias al Cardenal Ryś y a Mons. Arrieta por su presencia. Agradezco a la asociación ARTESACRA por esta medalla “PER ARTEM AD DEUM”, que para mí ha sido una sorpresa inesperada.
Cuando tenía 20 años he recibido el premio nacional extraordinario de pintura en España; poco tiempo después he abandonado mi carrera como pintor para ir a encontrar a Cristo en medio de los pobres; y el Señor me ha dado el ciento por uno, porque un día me han llamado para pintar el ábside y las vidrieras de la catedral de Madrid.
El Señor ha hecho con Carmen y conmigo algo impresionante. Porque lo más importante de toda mi obra artística ha sido abrir un Camino de Iniciación Cristiana en toda la Iglesia, que está ayudando a tantas familias y a tantos jóvenes. ¡Esto sí que es una obra de arte!
Todos conocéis la famosa frase de Dostoievski en el libro «El idiota»: «La belleza salvará al mundo». El príncipe la pronuncia y luego dice que esta belleza es Cristo. Hemos visto la obra en la que Dios nos ha metido con el Camino de Iniciación Cristiana, y estamos totalmente impresionados… El Señor nos ha llevado a encontrar una estética, unas imágenes, una manera de expresar la fe con un nuevo tipo de realización, incluso de la propia Iglesia.
La belleza salvará al mundo. ¿Qué belleza? La belleza hoy es importantísima porque estamos en un mundo donde el culto a la belleza, al cuerpo es muy importante. La belleza es necesaria porque sin ella el hombre cae en la desesperación. San Juan Pablo II ya había dicho que la falta de belleza conduce a la falta de esperanza, a la desesperación y a un gran número de suicidios entre los jóvenes.
La belleza, se estudia en filosofía, es uno de los trascendentales del ser, junto con la verdad y la bondad. Quisiera poner la belleza en relación con el placer, con la emoción estética. Os doy una pincelada sobre la belleza.
Si abres las Escrituras, veréis algo sorprendente. En el libro de Eclesiástico, en el capítulo 42, se lee: «Dios hizo todas las cosas de dos en dos, una frente a otra, y nada ha hecho malo. Cada cosa afirma la excelencia de la que está a su lado». Dice que todo lo que Dios ha creado canta la excelencia de lo que está a su lado. Este es el principio de la belleza. La relación entre una cosa y la que está al lado. Por eso decimos que el contenido más profundo de la belleza es el amor. Por ejemplo, un paisaje: la suavidad del cielo azul canta la belleza de las nubes grises o blancas; la rugosidad de los árboles canta la dureza de las rocas; el río de abajo canta la belleza de la playa cercana. Todo canta la belleza de lo que está a su lado.
¿En qué relación? Éste es el punto. Si la relación de amor es justa, si lo que está al lado canta bien, entonces la belleza aparece inmediatamente. Podríamos hacer una conferencia larguísima y hermosísima sobre esto, pero quiero hablar de Jesucristo, porque todo esto está ligado a Jesucristo. Porque Dostoievski dice que la belleza es Cristo ¿en qué sentido? La belleza siempre produce una emoción estética, es decir, placer. Belleza y placer, como si Dios quisiera demostrar con belleza que nos ama, que nos quiere, por eso todo es hermoso.
Los judíos hablan mucho de belleza. Dios ha creado al hombre. Ha creado a Adán y Eva. Sabéis que Adán ha dado nombres a los animales mostrando su conocimiento y no ha encontrado una ayuda semejante a él. Entonces Dios ha tomado una costilla y ha construido una mujer. Los judíos dicen que la palabra «construir» ya es una palabra artística, para crear arte. Toda la tradición dice que no ha habido mujer más bella que la primera Eva. Adán, cuando la vio, se quedó impresionado: “Ésta sí que es hueso de mis huesos, carne de mi carne. La llamaré iššah, porque fue tomada del hombre”, iššah en hebreo, “varona” (mujer) en español.
Cuando Moisés toma al pueblo y lo lleva al monte Sinaí, Dios aparece y dice “Adonai Elohenu, Adonai Ehad, yo soy el único” y “amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón”. Dios aparece como un esposo. Dios es amor. Dicen que Moisés presenta a Dios la asamblea, como Dios ha presentado a Eva ante Adán. Porque será la esposa de Dios. El profeta Oseas hablará del esposo de Israel y hace un paralelismo entre el Génesis y este momento de la alianza. Pero, atención, mientras la primera Eva aparece toda bellísima, Israel viene de Egipto, viene de la idolatría, donde han estado en esclavitud y están llenos de discordia, llenos de cojos, de ciegos. Porque los ídolos te esclavizan, era un pueblo de esclavos. Dios, dicen los rabinos, transforma a este pueblo, a esta asamblea, dice que ya no hay cojos, porque todos caminaban, ya no hay sordos, porque todos escuchaban la palabra y el pueblo de Israel acampó, en singular, no en plural: no que ellos acamparon, sino que acampó. Quiere decir que se habían convertido en uno. Dios no podía dar la Torá a un pueblo de esclavos, construye una asamblea profética que anuncia los nuevos tiempos mesiánicos.
Este tema de la belleza de la asamblea de Israel se desarrollará a lo largo del rabinismo a través de muchos midrash. Cristo conocía estos midrash. Cuando los discípulos de Juan se presentan a nuestro Señor Jesús, preguntan: «¿Eres tú el Mesías o debemos esperar a otro?». Escuchad lo que responde Cristo: “Decidle a Juan: los ciegos ven, los cojos andan, los sordos oyen”. ¿Por qué dice esto? Porque ya esperaban al Mesías como aquel que organizaría no sólo al pueblo de Israel, sino a la nueva humanidad. Una nueva humanidad.
¡Lo mismo que ha hecho Cristo con nosotros! Nos ha hecho escuchar su palabra, nos ha abierto el oído. Nos ha abierto los ojos, como ha hecho con el ciego. Cristo ha hecho con su saliva un poco de barro y lo ha aplicado sobre los ojos del ciego. Y el ciego ha visto el amor de Dios, que le ha dado la vista. Lo mismo que ha hecho con nosotros a través de la iniciación cristiana. La palabra de Dios, que es como la saliva, ilumina proféticamente nuestra pobreza, nuestros pecados. Hace barro y nos lo pone ante nuestros ojos. Él pone nuestros pecados delante de nosotros con ese barro. Y luego nos dice: “Lávate”. Lo más difícil es considerarse pecadores, esto no se hace sin la saliva, la palabra de Cristo. Y todos nuestros pecados han sido perdonados. Ahora ya no somos esclavos. Hemos visto el amor hacia nosotros, pecadores.
Efectivamente: los ciegos ven, los sordos oyen, los cojos andan, caminan ayudando al prójimo, los leprosos quedan limpios. Cristo ha llegado, es la señal de que ha llegado el salvador del mundo, el que hace de nosotros una nueva creación. Hay una primera creación e Israel concibe la alianza como una nueva creación. Viene el Mesías que hace con nosotros una nueva alianza, una nueva creación.
Esta nueva creación se describe en el Apocalipsis, cuando se habla de la nueva Jerusalén que desciende del cielo. Y se habla de la belleza. Toda resplandeciente como una novia, como una esposa. ¡La belleza! Es importantísima. Hoy estamos en una época en la que se habla de globalización. Hay una imagen del mundo que es Babilonia, que es la gran prostituta del Apocalipsis.
Pero frente a Babilonia hay otra ciudad: la Jerusalén celeste, que viene del cielo, vestida de blanco como una esposa, vestida de buenas obras, vestida de lino resplandeciente. Hay una obra frente a Babilonia. Dios nos está llamando a construir la belleza de Cristo. Es el cuerpo de Cristo el que salvará al mundo. La belleza de Cristo. ¿Y cuál es esta belleza? La nueva Jerusalén: todos se han vuelto bellos porque Cristo los ha revestido de su santidad y aparece la comunidad cristiana: la Iglesia, toda resplandeciente, que es el Cordero que vence a la bestia, esta belleza salvará al mundo. El mundo está esperando a los cristianos. Están esperando ver a estos hombres que ven el amor de Dios, cuando la gente no ve el amor de Dios en ningún sitio. Están esperando a éstos que caminan para anunciar el Evangelio como los pobres. Están esperando a éstos que escuchan la Palabra, que se aman, que tienen un solo corazón: «Amaos, como yo os he amado, por este amor sabrán que sois mis discípulos». Aparece una belleza que es Cristo.
En la tradición de la Iglesia hay un jardín en el Edén, también hay un segundo jardín en el Monte Sinaí, donde la cima aparece como un árbol que da fruto, que es la Torá, pero hay un tercer jardín. Está el jardín del Edén y el jardín del Apocalipsis, donde aparece la nueva Jerusalén, donde hay un árbol de vida que da frutos eternos. Pero hay un cuarto jardín: el Gólgota. Ahí está el huerto donde Cristo fue crucificado. En ese jardín hay un sepulcro, hay un resucitado, hay un nuevo jardinero que es Cristo, nuevo Adán, hay una mujer que viene de la prostitución, que se llama María Magdalena y cuando lo ve dice: «Rabbuní!”, ella va a abrazarlo, pero Cristo le dice: “¡Noli me tangere!”, “No me toques, porque todavía no he subido al Padre”. Este texto: “¡No me toques!” es importantísimo, porque está en relación con la nueva Jerusalén. “Vete y anuncia que subo al Padre, Padre mío y Padre vuestro; Dios mío y Dios vuestro.» Le da el anuncio del Kerygma, va a realizar una obra inmensa. Cristo toma la naturaleza humana y la lleva a la Santísima Trinidad.
San Pablo dice que en la creación hay un espejo, una epifanía del amor de Dios hacia nosotros, a través de la belleza. Hay algo en la naturaleza que te impresiona, está su belleza, hay una especie de mansedumbre, como una obediencia. ¿Qué es el hombre? Es un devenir, es un proyecto, es un prodigio. ¡El hombre! El hombre es un prodigio. Somos un proyecto en constante realización, es decir, en constante precariedad. No tenemos derecho a quitarle al hombre la posibilidad de realizarse tal como Dios lo ha creado, porque es un proyecto en constante realización.
San Pablo, en la segunda carta a los Corintios, afirma que Cristo ha muerto por todos para que los que viven ya no vivan para sí mismos, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. Ésta es la visión del hombre según la Revelación, ésta es la antropología cristiana: el hombre, esclavo del pecado, está obligado a ofrecerse todo a sí mismo, precisamente porque es esclavo, ha perdido la dimensión de la belleza que es el amor, el salir de sí mismo para amar al otro. La obra de la salvación consiste en arrancar al hombre de esta maldición devolviéndole la belleza del amor.
Para este hombre estamos intentando crear un nuevo tipo de parroquia; hacemos parroquias con una corona mistérica donde el cielo está presente, con los misterios más importantes de nuestra fe. La Iglesia de hoy no tiene una estética definida… Esto nos ha empujado, en un cierto sentido, a buscar una estética. En Madrid hemos hecho una parroquia con un techo dorado, con piedra blanca y cristal, con un catecumenium: un conjunto de salas que dan a una plaza central, con una fuente. En la planta baja se encuentran todos los servicios sociales y arriba, en otra planta, se encuentran todas las salas de cada comunidad, etc.
Estaba hablando de la belleza. Toda reforma de la Iglesia ha traído consigo, inevitablemente, una renovación estética: pensemos en el gótico, en el barroco… No podía ser de otra manera con el Concilio Vaticano II.
Bueno, nosotros, del Camino, queremos presentar esta belleza, que es la belleza del amor en esta dimensión: Cristo (señalando la cruz). Y queremos presentarla en una comunidad cristiana, porque pensamos… Porque Cristo dice: “Amaos, amaos”, pero ¿amar a quién? Los primeros cristianos vivían en una pequeña comunidad, se conocían todos. La comunidad no puede ser muy grande porque se trata de mostrar, de crear un signo público de amor. El número de una comunidad es 30, 40, porque necesitamos dar un testimonio concreto de amor. Debe volver el grito de los paganos: «Ved cómo se aman», esto gritaban al ver a los cristianos. Porque Cristo en el Evangelio dice: «Amaos, amaos, amaos». Ésta es la belleza que salva al mundo: el amor en la dimensión de la cruz. Demuestra que si nos amamos en la dimensión del enemigo, tenemos dentro vida eterna. Porque de otra manera es imposible amarnos así, porque Dios nos ha dado fe dentro y la fe nos da la vida eterna, la vida inmortal… Tenemos algo dentro que nos sostiene, que nos sustenta, que es la vida de Dios en nosotros, la vida de Cristo, su victoria sobre la muerte en nosotros, concedida por el Espíritu Santo. De hecho, lo que debemos proclamar es la resurrección de Cristo presente en nosotros.
Queremos ser un Camino serio, una vía seria, porque estamos a punto de dar una gran batalla al mundo, al diablo, al gran dragón, somos la mujer que está dando a luz al hijo varón, amenazado por el gran dragón, que es el príncipe de este mundo. Los judíos decían que en el mundo siempre gana el diablo. Interesante, ¿lo habéis visto? El nazismo, primero, y el comunismo, después, parecían haber conquistado todo, todo, naciones enteras. Entendemos por qué toda Europa está yendo hoy hacia la apostasía, entendemos por qué hay una secularización total. El diablo parece que gana siempre, porque Cristo, en este mundo, no tiene dónde reclinar la cabeza y con él los cristianos. Pero nosotros, con Cristo, hemos vencido la muerte y tenemos una alegría inmensa, por eso debemos anunciar y dar testimonio del amor que Dios nos tiene, que nos ha dado la vida eterna dentro de nosotros.
Cristo dice: «Amaos los unos a los otros como yo os he amado». Cristo nos ha amado, y en este amor los paganos secularizados, que nos rodean, sabrán que sois mis discípulos. Cristo nos ha amado en la dimensión del enemigo, es decir, no se ha opuesto a nuestro mal. El Sermón de la Montaña dice: «No os resistáis al mal». “Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os persiguen”. ¿Qué es esto? El Cristianismo.
Porque el punto es éste: ¿qué significa ser cristiano hoy, de qué debemos dar testimonio? San Pablo dice: «Llevamos siempre y en todas partes el modo de morir de Jesús». El modo de morir, es decir, Cristo muerto crucificado -dice- «Llevamos siempre y en todas partes en nuestro cuerpo el modo de morir, para que se vea en nuestro cuerpo que Cristo está vivo». El Concilio Vaticano II ha hablado de la Iglesia, sacramento de salvación universal… Cristo nos ha mostrado una justicia, que es la justicia del amor en la dimensión de la cruz.
La belleza salvará al mundo, que es Cristo que vive en los cristianos, en las comunidades cristianas. Hemos dicho a la Santa Sede que no queremos hacer una congregación, queremos llevar este mensaje a la Iglesia: es maravilloso vivir la fe en una comunidad cristiana en las parroquias.
Lo más bello de las comunidades es que hemos visto la acción de Dios en los hermanos, todos se enriquecen con el bien de los demás. Todos en todos. Hay una riqueza común y constante en todos. Es maravilloso ver que los ciegos ven el amor de Dios en sus vidas. Cristo ha vencido la muerte, no miramos a la muerte con horror, ni a la vejez, ni a la enfermedad. Y no es que seamos muy buenos, sino que todos somos pecadores, pobres.
En la resurrección de Jesucristo, Dios demuestra una cosa grandiosa, que éste ha resucitado de entre los muertos y ha ascendido al cielo, Dios lo ha constituido Kyrios. La palabra kyrios es la palabra de Dios en el monte Sinaí. Por tanto, este hombre que ha muerto en la cruz por nosotros es Dios mismo.
Cristo ha muerto para que el hombre pueda salir de este círculo de egoísmo, para que no viva más para sí mismo, sino para aquel que murió y resucitó por él, Cristo, la belleza divina hecha hombre, se ha hecho uno de nosotros, para que el hombre pudiera recibir la gloria de Dios.
Cardenal Grzegorz Ryś
Arzobispo de Lodz, Polonia
¡Ilustrísimos señores, hermanos y hermanas, querido Kiko!
Todos nosotros, aquí presentes, estamos convencidos, seguramente, de esta fórmula Per Artem Ad Deum.
Además, nos reunimos para premiar al hombre que ha hecho de esta fórmula uno de los principios de su vida.
Más aún, HAY QUE DECIR que este principio no es obvio para todos. Y esta “no obviedad” tiene varias caras:
En primer lugar, puede tener la cara del arte, que a priori no quiere tener nada que ver con Dios. Lo afirma, de una forma apropiada y ardiente, Jonathan Sachs en su libro “La persistencia de la fe ”: durante muchos siglos el arte y la fe han vivido en un matrimonio armonioso, ¡pero ahora están DIVORCIADOS! Como suele ocurrir en los divorcios, la causa nunca es de una sola de las partes. El divorcio entre fe y cultura se debe también a la inmadurez de la fe de los cristianos: ¡una fe madura -decía San Juan Pablo II- se traduce siempre en cultura!
En segundo lugar, el arte puede convertirse –y a menudo lo hace– en un fin en sí mismo. Esto significa que el arte puede no querer conducir a nadie, sino solamente a sí mismo, estar concentrado totalmente en sí mismo. El santo Hermano Alberto (Adam Chmielowski), uno de los mejores pintores polacos del siglo XIX, advertía contra este fenómeno, hablando de una “Señora Arte” que exige para sí una devoción idólatra.
En tercer lugar, a lo largo de los siglos no han faltado en la Iglesia voces críticas hacia el arte religioso y sacro y sus exigencias. Cuando el culto de las imágenes fue reconocido por el Segundo Concilio de Nicea, en el Occidente del cristianismo, en el ambiente de Carlomagno, surgieron una serie de dudas. La colección más completa es la de los Libros carolingios, de Teodulfo de Orleans: Jesús no ordenó a los apóstoles a que pintaran imágenes, sino predicar la PALABRA. ¿Por qué?
¡Porque la palabra no liga la imaginación humana con tanta fuerza como una imagen! Esto lo sabemos. Creo que ésta es nuestra experiencia común. Yo (por ejemplo) sé desde niño que Dios Padre es un anciano bastante serio sobre las nubes, con barba, con un cetro y con el globo cruciforme en la mano; así lo veía en el techo de mi iglesia parroquial (una vez a la semana, a veces incluso todos los días); y es casi imposible liberarse de esta imagen.
En efecto, dice Teodulfo, el arte tiene un valor educativo (litteratura illitteratorum), pero sólo en relación con la palabra. Una imagen no explicada de una mujer bella, podría representar tanto a María como a Venus…
En cuarto lugar, centrarse en el arte puede invertir las prioridades. San Bernardo de Claraval ha hablado de ello con mucha fuerza en la historia de la Iglesia: “La Iglesia resplandece de oro y su Señor tiene la espalda desnuda” –la Iglesia resplandece de oro- tiene altares, vasijas y candelabros de oro, mientras que el Señor de la Iglesia –Jesús en la persona del pobre– está con la espalda desnuda: no le han dado una camisa, porque todos los fondos se han gastado en decorar el templo.
Recuerdo todas estas objeciones no contra el principio “per artem ad Deum”, sino para demostrar que vivirlo correctamente no es nada sencillo: requiere no sólo talento, sino también esfuerzo, discernimiento, disciplina de la pobreza, oración, vigilancia. El premio concedido hoy, por tanto, no se refiere sólo a las capacidades artísticas, sino también a la radicalidad de la vida evangélica.
La vía “per artem ad Deum” no es fácil, pero son bienaventurados los que la recorren y guían a otros por ella. Es la vía de Dios. Dios mismo la prepara y la recorre hacia el hombre. La vía humana “per artem ad Deum” es antes y originariamente la vía de Dios “per artem ad hominem”; el Libro de la Sabiduría habla de ello de una forma espléndida: «Porque desde la BELLEZA y la hermosura de las criaturas se contempla, por analogía, a su autor» (Sab 13,5). Dos versículos antes se le llama “Autor de la BELLEZA”. La belleza que Él crea está destinada a conducirnos hacia Él.
Pero sucede también -admite el autor inspirado- que la belleza se interponga entre Dios y los hombres que empiecen a adorar la creación: «Se dejan llevar por la apariencia, ¡TAN BELLAS SE PRESENTAN A SUS OJOS!» (v. 7). Sin embargo, el pecado y la desviación no son la última palabra en la historia de la humanidad. ¡La respuesta para ellos es la SALVACIÓN!
Juan Pablo II, en su “Carta a los artistas”, habla de “Belleza que SALVA”; nuestro Laureado –siguiendo a Dostoievski– dice lo mismo. Lo sabemos bien: la salvación es obra de Dios, y se realiza gracias al «más bello de los hijos del hombre». La vía de la belleza (via pulchritudinis) es la vía de la creación y de la salvación de Dios. Para todos los seres humanos. No para unos pocos artistas selectos, sino para todo pecador. Éste es el KERIGMA definitivo de Kiko.
Gracias por su atención.
Mons. Segundo Tejado
¡Buenas noches a todos, Eminencia, Excelencia, amigos!
A mí me ha tocado la tarea de explicar la obra de Kiko. No ha sido fácil, no es fácil, seguramente algo se me olvida, porque ha hecho tanto, en tantas partes, tantas obras, que resulta realmente difícil cuantificarlas. Me extenderé un poquito, no mucho, no se preocupen, pero me parece importante decir hoy, aquí en este lugar, en este momento, hacer un pequeño recorrido, hacia dónde Dios lo ha llevado en su historia para llegar hasta hoy, a este premio.
Kiko Argüello
Pintor español, nacido en León el 9 enero 1939. Estudia en la Escuela Central de Bellas Artes de la Academia de San Fernando de Madrid. Participa en numerosas exposiciones y concursos de pintura en España, y en 1959 recibe el Premio Nacional Extraordinario de Pintura.
A finales de los años cincuenta vive una crisis existencial que le lleva a un encuentro profundo con Jesucristo, llevándole a dedicar su vida y su arte a Cristo y a la Iglesia. Junto con el P. Aguilar OP, en 1960, realiza un viaje por Europa, antes del inicio del Concilio, para estudiar el arte sacro, precisamente en vista de la convocatoria conciliar. Sobre la huella de esta renovación, cambia los contenidos de su arte, y junto a un escultor y a un vidriero forma un grupo de arte sacro llamado «Gremio 62» que realiza una serie de exposiciones en Madrid, Royan (Francia) y La Haya (Países Bajos).
En 1964 el Señor le inspira que vaya a vivir entre los pobres en una chabola de Palomeras Altas en la periferia de Madrid, abandonando su prometedora carrera como artista. Posteriormente conoce a Carmen Hernández, una misionera, licenciada en Química y en Teología, hoy Sierva de Dios. Junto a ella da vida a una nueva forma de predicación que conducirá al nacimiento de una comunidad cristiana entre los pobres: la primera comunidad neocatecumenal. Esta experiencia se irá llevando, poco a poco, a las parroquias. La pequeña semilla empieza a germinar en España y, tras la experiencia de Kiko entre los pobres de la periferia de Roma, en el Borghetto Latino, en Italia y en todo el mundo. El Camino Neocatecumenal hoy está presente en 136 países, en cerca de 1.300 diócesis y más de 6.200 parroquias.
El arte de Kiko, desde el inicio de la experiencia del nacimiento de las primeras comunidades, tendrá como objeto de búsqueda la necesidad de ofrecer lugares de celebración adecuados y dignos para la renovación que el Concilio Vaticano II está ofreciendo a la Iglesia. A través del Camino Neocatecumenal se crean un conjunto de estructuras para implementar esta renovación al servicio de la comunidad cristiana.
Kiko encuentra en el arte de la Iglesia Oriental, los iconos, la expresión más adecuada a la experiencia que está viviendo. Le impresiona la espiritualidad de estos pintores que, renunciando a su propia «originalidad» y sometiéndose al canon prestablecido por la tradición de la Iglesia, encuentran el camino para un arte y una espiritualidad mucho más elevados. Kiko sigue el canon ortodoxo, actualizándolo con las novedades de la pintura moderna -como Picasso, Matisse- en las que se había formado.
En el año 2000 Kiko creó una escuela de pintores para la realización de ciclos pictóricos en las iglesias, como veremos a continuación y en 2018 se constituye la Fundación Obra Artística Kiko Argüello, con la finalidad de conservar y difundir la obra artística de Kiko.
Arquitectura y Pintura
Kiko Argüello, junto con Carmen Hernández, comienza sobre la senda del Concilio a trabajar en el paso de una pastoral de iglesia masiva a una iglesia “comunidad de comunidades”, ofreciendo una renovación completa: desde la arquitectura a la iconografía, de los espacios celebrativos y de encuentro entre las personas, lo que él ha denominado Catecumenium, a los elementos propios de la liturgia.
Así encontramos la obra artística de Kiko en distintas parroquias:
- La Paloma (Madrid)
- San Bartolomeo en Tuto en Florencia
- Santa Catalina Labouré (Madrid)
- Sagrada Familia (Oulu – Finlandia)
- Catedral de Nuestra Señora de Arabia – Bahrein
En otras iglesias/parroquias pinta ciclos pictóricos, con «Coronas Mistéricas» y «Retablos», destinados a realzar las fiestas litúrgicas, según la tradición oriental.
- Catedral de Madrid (ábside y capilla de Nuestra Sra. del Camino)
- Fresco de la parroquia de Santiago (Ávila)
- Iglesia de Fuentes del Carbonero Mayor (Segovia)
- En Roma: Cripta y salón Parroquia de los Santos Mártires Canadienses, Santa Francesca Cabrini, S. Luigi Gonzaga, Natividad
- Salón Litúrgico de la Parroquia de San Frontis (Zamora)
- En Madrid: Iglesia y salón de Ntra. Sra. del Tránsito, S. José, S. Sebastián, La Paloma, S. Roque
- Salón Parroquial Buone Nouvelle (París)
Junto a la escuela pictórica creada por él, realiza varios ciclos pictóricos:
- Parroquia de la Santísima Trinidad (Piacenza)
- Parroquia de S. Giovanni Battista (Perugia)
- Parroquia Santísima Trinidad, (S. Pedro del Pinatar Murcia)
- Parroquia de S. Massimiliano M. Kolbe (Roma)
- Iglesia de San Francisco Javier (Shanghái – China)
- Parroquia del Pilar ( Valdemoro – Madrid)
- Iglesias de Troina, Cagliari, Mestre, Verona, etc.
- Iglesia Monasterio Carmelita S. José (Mazarrón -Murcia)
Centros Neocatecumenales
Además de las iglesias y a los salones litúrgicos de las parroquias, crea centros neocatecumenales y casas de convivencia: lugares de encuentro entre los catequistas del Camino, los hermanos y las diócesis:
- Centro Neocatecumenal de Madrid y Roma
- Centro Neocatecumenal Siervo de Yahveh (Porto San Giorgio), lugar de encuentro y envío de misioneros itinerantes a las naciones. En 1988 San Juan Pablo II celebró la Eucaristía y envió a las primeras familias en misión. En este centro crea el primer Santuario de la Palabra, un lugar para el estudio y el escrutinio de las Escrituras, decorado con un original vidriera.
- Centro Internacional “Domus Galilaeae” en el Monte de las Bienaventuranzas en Tierra Santa. Acogiendo la intuición de Carmen Hernández de erigir un centro de formación para los presbíteros y los catequistas en Tierra Santa, crea y construye la Domus Galilaeae. San Juan Pablo II -que visitó y bendijo las obras de esta casa en el año 2000- deseó que esta casa «pueda favorecer una profunda formación religiosa y un fructífero diálogo entre judaísmo e Iglesia católica». Prueba de todo ello son las miles de visitas, tanto de judíos como de palestinos, que quedan impresionados por la belleza y la hospitalidad de la Casa; así como los encuentros internacionales de obispos y también de rabinos. Preside este lugar el significativo grupo escultórico de Cristo con los apóstoles y la escultura de San Juan Pablo II.
- Casas de convivencia y centros Neocatecumenales en varios países de América Latina, África, Europa.
Seminarios Redemptoris Mater
El Señor inspira a Kiko y Carmen la necesidad de ayudar a la Iglesia en esta renovación erigiendo, junto con San Juan Pablo II, el primer Seminario Diocesano Misionero Redemptoris Mater en Roma, al que seguirán otros Obispos, que abrirán un Seminario Redemptoris Mater en sus Diócesis, hasta 120. Kiko diseña el modelo arquitectónico de muchos de estos seminarios:
- Seminario Redemptoris Mater de Macerata
- Seminario Redemptoris Mater en Varsovia (Polonia)
- Seminario Redemptoris Mater de Managua (Nicaragua)
- Iglesia de los Seminarios Redemptoris Mater de Roma y Madrid
Otras disciplinas artísticas
Además de estas obras de arquitectura, pintura y escultura, Kiko se ocupa de otras disciplinas artísticas: vidrieras, paramentos litúrgicos y objetos de orfebrería como cruces, cálices, cubiertas de Biblia, evangeliarios, etc., siempre con el objetivo de servir a la comunidad cristiana en su itinerario de fe.
- Vidrieras de la Catedral de Madrid (España)
- Vidrieras del Centro Internacional Porto S. Giorgio (Italia)
- Vidrieras en los seminarios de Roma, Madrid
- Vidrieras de la Domus Galilaeae (Israel).
Música
Incluso a través de la música, Kiko busca una vía de anunciar el Evangelio al hombre de hoy: pone su vocación artística al servicio de la Iglesia y de la Liturgia poniendo música a los Salmos, a pasajes de la Sagrada Escritura, himnos de la Iglesia Primitiva y también poemas espirituales extraídos de sus escritos: más de 200 composiciones musicales para acompañar y enriquecer las celebraciones litúrgicas de las comunidades neocatecumenales.
En 2010 Kiko compone su primera sinfonía, «El sufrimiento de los inocentes» y, en el mismo año, funda la Orquesta Sinfónica del Camino Neocatecumenal, un grupo internacional formado por unos 200 músicos. Esta sinfonía se interpreta en todo el mundo: en los principales teatros, salas de conciertos, plazas y catedrales: De Madrid a Nueva York, de Chicago a Tokio, de Budapest a Lublin; de Auschwitz a Trieste, etc. Después de la primera sinfonía, Kiko compone una segunda partitura, un poema sinfónico en tres partes titulado“El Mesías”.
La obra de evangelización y artística de Kiko ha recibido el reconocimiento con un doctorado Honoris Causa de cuatro universidades católicas: Roma, Lublin, Washington y Madrid.
Kiko Argüello, a partir de su conversión, concibe su arte como una misión. Con esta concepción del arte sacro, lo devuelve al lugar de su vocación original: la liturgia. El arte sacro se había desplazado del lugar sagrado al museo, a la sala de exposiciones, a los salones de los coleccionistas, anulando así su valor cultual y litúrgico. Kiko devuelve la obra de arte a la liturgia; dentro de una comunidad viva, una asamblea que celebra los misterios de la salvación.
Un detalle que me gusta recordar aquí: Kiko arranca el arte del contexto del “negocio”: no cobra por sus obras: busca un arte para los pobres, para la liturgia, para la comunidad. Hace que el arte cumpla su verdadera y elevada misión: llevar el corazón del hombre a la Jerusalén celeste, para experimentar el amor que Dios nos ha mostrado en Cristo, nacido, encarnado, bautizado, transfigurado (va indicando los iconos del retablo), que entra en la Pasión, instituye la Eucaristía, muere por todos nosotros en la cruz, es depuesto de la cruz, desciende a los infiernos para rescatar al hombre y a la mujer, y resucita (llevan la mirra al sepulcro), se aparece a los apóstoles, asciende al cielo a la diestra de Dios Padre y envía sobre nosotros su Espíritu Santo con María, la Asunción de María, y vendrá pronto, vendrá pronto, hermanos, al final de los tiempos en la gloria, como nos recuerda este Pantocrátor y el tiempo de Adviento que justo hoy hemos iniciado.
Presidente de Targi Kielce, Sacroexpo, Sr. Andrzej Mochoń
Damas y caballeros,
Me complace saludarlos con ocasión de este evento único en su tipo. Desde hace más de 25 años organizamos en Kielce la feria internacional Sacroexpo, un acontecimiento que combina la esfera de lo sagrado con el mundo empresarial. Cada año participan en el evento importantes invitados del mundo de la cultura y de la religión, que ofrece un espacio de diálogo y de intercambio.
En este espíritu, desde 2005, concedemos el premio Per Artem Ad Deum. Se trata del único premio patrocinado por el Pontificio Consejo para la Cultura, desde 2005 a 2022. El premio se otorga a artistas o instituciones cuya actividad artística contribuya al desarrollo de la cultura y a la formación de la espiritualidad humana.
En estos últimos años he hecho numerosos esfuerzos para continuar con esta gran tradición. En 2017, en el ámbito del premio Per Artem Ad Deum, hemos reforzado nuestra colaboración firmando una carta de intención con el cardenal Gianfranco Ravasi, en ese momento presidente del Consejo Pontificio para la Cultura. En 2022, tras la creación del Dicasterio para la Cultura y la Educación, hemos podido establecer una colaboración con el Prefecto del Dicasterio, el cardenal José Tolentino Calaça de Mendonça. Gracias a esta colaboración, los futuros laureados recibirán una medalla bajo los auspicios del nuevo Dicasterio.
Me enorgullece decir que en los últimos 19 años ya hemos premiado a 32 personalidades destacadas, entre ellas los compositores Ennio Morricone, Arvo Pärt, Wojciech Kilar y Krzysztof Penderecki, los directores Giuseppe Tornatore y Krzysztof Zanussi, los arquitectos Stanisław Niemczyk y Mario Botta, los escultores Arnaldo Pomodoro y Wincenty Kućma, y también los pintores polacos Tadeusz Boruta, prof. Stanisław Rodziński y Jerzy Jan Skąpski, así como el mosaicista ruso contemporáneo más importante, Alexander Kornoukhov. Estas personalidades han trascendido el tiempo y el espacio con sus obras y nos han guiado hacia lo trascendente.
Hoy estamos felices de poder entregar el premio Per Artem Ad Deum a Kiko Argüello. Con él queremos subrayar su decisiva aportación al Arte Sacro y su intensa contribución en la obra de evangelización expresada en la comunidad del Camino Neocatecumenal. La obra de Kiko va mucho más allá de la actividad tradicional de creación artística. A través de la pintura, entendida como reflejo de la luz de Dios, y de la música, lenguaje universal capaz de abrir el corazón a la dimensión del espíritu, él encuentra una manera de anunciar el Evangelio al hombre contemporáneo. Pone su vocación artística al servicio de la Iglesia y de su liturgia, componiendo música para los Salmos, otros pasajes de la Escritura, himnos de la Iglesia primitiva, así como poemas espirituales extraídas de sus escritos. Kiko Argüello es autor de libros, así como de importantes obras de pintura, arquitectura y escultura en todo el mundo.
Es verdaderamente para mí un gran placer hoy entregar personalmente a Kiko Argüello la Medalla Per Artem Ad Deum del año 2024. Este reconocimiento, patrocinado por el Dicasterio para la Cultura y la Educación, celebra todas sus obras en el campo del arte.
Querido Kiko Argüello, quiero congratularme contigo desde el fondo de mi corazón y agradecerte tu inmensa contribución al desarrollo del arte sacro y por tu labor en todas las actividades del Camino Neocatecumenal. Que tu trabajo pueda continuar inspirando y transformando los corazones de las personas en todo el mundo.
Ezechiele Pasotti
Obra Artística de Kiko
Hablar de la Obra Artística de Kiko Argüello es extremadamente complejo, no solo desde el punto de vista formal, porque se va de la pintura a la arquitectura, del canto a la música polifónica, de la catequesis –por tanto de la teología– a la poesía, tocando un mundo de expresiones y contenidos no fáciles de coger y de componer en un escenario único, sino principalmente porque todo esto se mueve dentro de un cuadro que, a pesar de estar bien compuesto dentro del marco de la liturgia, de la renovación litúrgica querida por el Concilio Vaticano II, el autor intenta captar la perspectiva trascendente de la “divina liturgia”, a favor de la iniciación cristiana, de un camino de iniciación cristiana, que lleva a los fieles, también a los más pobres y alejados de la Iglesia, a los más desprovistos de cualquier formación, a un encuentro con el otro, el Otro por excelencia, que es Dios mismo.
En su obra todo está puesto al servicio de lo divino: de la gratuidad al color, del toque de la guitarra a la disposición de la asamblea que celebra, de la composición de varios elementos litúrgicos a los detalles de la patena, del cáliz para el vino, a la cruz… Y el impulso para todo esto, la inspiración profunda que nace del amor por la belleza, Aquél que es el Señor de la belleza, es Jesucristo Resucitado, vencedor de la muerte, que derrama esta belleza sobre la asamblea que celebra y sobre cada miembro que, revestidos por el mismo Misterio divino, se hacen don el uno para el otro en la comunidad cristiana… Y según las palabras de la Santísima Virgen que ha inspirado a Kiko esta Iniciación Cristiana, ‘el otro es Cristo’, el Divino encarnado, la Belleza hecha hombre, el Misterio que se hace Pascua, en el encanto de una noche que espera la aurora, la llegada del Octavo día final que inaugura el Cielo.
No es posible comprender el arte de Kiko si no es dentro de la complejidad de este Misterio Pascual: Misterio divino hecho carne, para que este fuese revestido con los matices de los colores, las notas de los cantos y de la sinfonía, la forma de las piedras y de la poesía, sobre todo de la palabra para encaminarse hacia el Cielo, hacia el cumplimiento de su vocación final: Dios.
El presidente de la “Fundación Obra Artística Kiko Argüello, Mons. Segundo Tejado, presentando los trabajos de Kiko con motivo del premio “Per artem ad Deum 2024”, otorgado por la Asociación Sacra Expo el 1 de diciembre de 2024, ha dicho: “Kiko Argüello, a partir de su conversión, concibe su arte como una misión. Con esta concepción del arte sacro lo devuelve al lugar de su vocación original: la liturgia. El arte sacro se había desplazado del lugar sagrado al museo, a la sala de exposiciones, a los salones de los coleccionistas, anulando así su valor cultual y litúrgico. Kiko devuelve la obra de arte a la liturgia; dentro de una comunidad viva, una asamblea que celebra los misterios de la salvación”.
Y ha añadido: “Un detalle que me gusta recordar aquí: Kiko arranca el arte del contexto del “negocio”: no cobra por sus obras: busca un arte para los pobres, para la liturgia. Hace que el arte cumpla su verdadera y elevada misión: llevar el corazón del hombre a la Jerusalén celeste, para experimentar el amor que Dios nos ha mostrado en Cristo, nacido, encarnado, bautizado, transfigurado, muerto, resucitado, que subió al cielo y está a la derecha de Dios, que nos ha mandado su Espíritu y que vendrá pronto al final de los tiempos en la gloria, este Pantocrátor y el tiempo de Adviento que justo hoy hemos iniciado”.
Mons. Segundo ha dicho esto indicando, una a una, los diferentes iconos que componen el gran retablo pintado por Kiko en la Capilla del Seminario Redemptoris Mater, donde se ha desarrollado el acto de entrega del premio Sacra Expo. Y es muy significativo contemplar con la vista los misterios que los iconos ilustran: es toda la historia de la salvación que se hace presente con un manto de colores y te envuelve en el oro que define cada cuadro y que, en la perspectiva invertida propia del arte bizantino, te traslada dentro del dibujo, te hace partícipe de aquello que anuncia el icono.
Es difícil escapar de la fascinación y no abarcar todo el arco del año litúrgico que con sus fiestas relata y contempla el misterio de la Pascua que ha llevado a cumplimiento la historia de la salvación y la proyecta hacia su acto final: el Pantocrator que anuncia en la cartela que sujeta en las manos: “Amad a vuestros enemigos. Vengo pronto”.
De nuevo, como ha dicho Mons. Segundo, enriqueciendo su idea: “El arte de Kiko, desde el inicio de la experiencia del nacimiento de las primeras comunidades, tendrá como objeto de búsqueda la necesidad de ofrecer lugares de celebración adecuados y dignos para la renovación que el Concilio Vaticano II está ofreciendo a la Iglesia. A través del Camino Neocatecumenal se crean un conjunto de estructuras para implementar esta renovación al servicio de la comunidad cristiana. Kiko encuentra en el arte de la Iglesia Oriental, los iconos, la expresión más adecuada a la experiencia que está viviendo. Le impresiona la espiritualidad de estos pintores que, renunciando a su propia «originalidad» y sometiéndose al canon prestablecido por la tradición de la Iglesia, encuentran el camino para un arte y una espiritualidad mucho más elevados. Kiko sigue el canon ortodoxo, actualizándolo con las novedades de la pintura moderna -como Picasso, Matisse- en las que se había formado”.
Y la obra de Kiko no queda plasmada solo en la pintura, sino también en la arquitectura, en el canto, en la música sinfónica, en los escritos, en el arquitectar una composición del espacio celebrativo de la comunidad que permite y favorece una participación verdadera y activa en los misterios que celebra la liturgia.
Se trata de aquello que el mismo Kiko ha subrayado en su breve intervención, afirmando con convicción: “Mucho más importante que toda mi obra artística ha sido abrir un Camino de Iniciación Cristiana en toda la Iglesia, que está ayudando a tantas familias y a tantos jóvenes. Esto sí que es una obra de arte”.
En el centro de todo este complejo artístico, como decíamos al inicio, se encuentran dos grandes misterios: Cristo y el hombre. Cristo que, en las manos del Padre es el artífice, el inspirador de la belleza de la creación del mundo y del hombre, y este hombre, Adán, que, creado como el culmen de la belleza junto a su consorte Eva, se deja seducir por la sugestión de hacerse ‘dios’, de poder caminar, construir un futuro solo, de edificar su torre de Babel escalando al cielo –como tanta ideología moderna ha vuelto a imaginar– olvidando que en cambio es Dios y solo Dios quien hace grande al hombre. El hombre, abandonado a sí mismo, no hace más que caer en el infierno de los campos de concentración y de exterminio y de muerte.
Esto es lo que Kiko ha querido proclamar fuerte, una vez más, al recibir el premio “Per artem ad Deum”: “¿Qué es el hombre?”. ¿Qué es el hombre? Es un devenir, es un proyecto, es un prodigio. ¡El hombre! El hombre es un prodigio. Somos un proyecto en constante realización, es decir, en constante precariedad. No tenemos derecho a quitarle al hombre la posibilidad de realizarse tal como Dios lo ha creado, porque es un proyecto en constante realización”.
Y ha continuado, citando a San Pablo, afirmando que “Cristo ha muerto por todos para que los que viven ya no vivan para sí mismos, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. Ésta es la visión del hombre según la Revelación, ésta es la antropología cristiana: el hombre, esclavo del pecado, está obligado a ofrecerse todo a sí mismo, precisamente porque es esclavo, ha perdido la dimensión de la belleza que es el amor, el salir de sí mismo para amar al otro. La obra de la salvación consiste en arrancar al hombre de esta maldición devolviéndole la belleza del amor”.
“Para este hombre estamos intentando crear un nuevo tipo de parroquia; hacemos parroquias con una corona mistérica donde el cielo está presente, con los misterios más importantes de nuestra fe. La Iglesia de hoy no tiene una estética definida… Esto nos ha empujado, en un cierto sentido, a buscar una estética. En Madrid hemos hecho una parroquia con un techo dorado, con piedra blanca y cristal, con un catecumenium: un conjunto de salas que dan a una plaza central, con una fuente. En la planta baja se encuentran todos los servicios sociales y arriba, en otra planta, se encuentran todas las salas de cada comunidad, etc”.
Aquí está la fuente del arte, de la inspiración que ha puesto en movimiento a este hombre de Dios, Kiko Argüello: el misterio del amor de Dios que, en Jesucristo, ha venido a buscar y salvar al mundo, para restituirlo a su belleza divina a través de una iniciación cristiana, gradual y completa, que lo introduce en una comunidad cristiana, la Iglesia, nueva Eva, resplandeciente de belleza, para hacerla esposa de Cristo.
Y Kiko proseguía en su anuncio: “Queremos ser un Camino serio, una vía seria, porque estamos a punto de dar una gran batalla al mundo, al diablo, al gran dragón, somos la mujer que está dando a luz al hijo varón, amenazado por el gran dragón, que es el príncipe de este mundo. Los judíos decían que en el mundo siempre gana el diablo. Interesante, ¿lo habéis visto? El nazismo, primero, y el comunismo, después, parecían haber conquistado todo, todo, naciones enteras. Entendemos por qué toda Europa está yendo hoy hacia la apostasía, entendemos por qué hay una secularización total. El diablo parece que gana siempre, porque Cristo, en este mundo, no tiene dónde reclinar la cabeza y con él los cristianos. Pero nosotros, con Cristo, hemos vencido la muerte y tenemos una alegría inmensa, por eso debemos anunciar y dar testimonio del amor que Dios nos tiene, que nos ha dado la vida eterna dentro de nosotros”.
Y concluía, citando a Dostoyevski: “La belleza salvará al mundo, que es Cristo que vive en los cristianos, en las comunidades cristianas… es maravilloso vivir la fe en una comunidad cristiana en las parroquias. Lo más bello de las comunidades es que hemos visto la acción de Dios en los hermanos, todos se enriquecen con el bien de los demás. Todos en todos. Hay una riqueza común y constante en todos. Es maravilloso ver que los ciegos ven el amor de Dios en sus vidas. Cristo ha vencido la muerte, no miramos a la muerte con horror, ni a la vejez, ni a la enfermedad. Cristo ha muerto para que el hombre pueda salir de este círculo de egoísmo, para que no viva más para sí mismo, sino para aquel que murió y resucitó por él, Cristo, la belleza divina hecha hombre, se ha hecho uno de nosotros, para que el hombre pudiera recibir la gloria de Dios”. El arte de Kiko, en sus diferentes expresiones de pintura, arquitectura, música, cantos, poemas, es un icono de todo este grandioso diseño de Dios por la vida del hombre, porque como exclama San Ireneo: “Gloria de Dios es el hombre que vive”, que vive en plenitud.
Don Ezechiele Pasotti
Nuestra traducción del artículo publicado con la autorización de Vatican News
El premio “Per Artem ad Deum” a Kiko Argüello: el mundo espera la belleza de Dios
La asociación Sacra Expo ha otorgado el premio “Per Artem ad Deum” al pintor español, coiniciador del Camino Neocatecumenal. La ceremonia ayer por la tarde, 1 de diciembre 2024, en la capilla del Seminario Redemptoris Mater de Roma.
Debora Donnini – Ciudad del Vaticano
Una belleza que no acaba en sí misma, sino que es capaz de emocionar al hombre, introduciéndolo en la experiencia del amor de Dios. Éste ha sido el hilo conductor de la ceremonia de ayer por la tarde, domingo 1 de diciembre, durante la cual se le ha otorgado a Kiko Argüello, coiniciador del Camino Neocatecumenal, la medalla del premio Per artem ad Deum, de la asociación polaca Sacra Expo, bajo el patrocinio del Dicasterio para la Cultura y la Educación. Un reconocimiento que “se otorga a los artistas o instituciones cuyos resultados artísticos contribuyen al desarrollo de la cultura y a la formación de la espiritualidad humana”, explica el presidente de la asociación, Andrzej Mochoń. En los últimos diecinueve años se ha entregado a personalidades del calibre de músicos como Ennio Morricone, directores como Giuseppe Tornatore y Krzysztof Zanussi, escultores como Arnaldo Pomodoro y otros, entre los que también se encuentran conocidos pintores y arquitectos.
Los motivos del premio
La concesión ha tenido lugar en un clima alegre en la capilla del Seminario Redemptoris Mater de Roma en presencia de unas 200 personas, entre ellas algunos itinerantes y colaboradores de Kiko en la pintura, en la arquitectura y en la música. También estaban presentes el P. Mario Pezzi y María Ascensión Romero, miembros del equipo responsable del Camino Neocatecumenal junto a Kiko Argüello. “La obra de Kiko -ha subrayado Mochoń- va mucho más allá de la tradicional actividad de la creación artística. A través de la pintura, entendida como reflejo de la luz de Dios, y de la música, lenguaje universal capaz de abrir el corazón a la dimensión del espíritu, él encuentra una forma de anunciar el Evangelio al hombre contemporáneo».
Mochoń ha recordado que Kiko “pone su vocación artística al servicio de la Iglesia y de su liturgia, componiendo músicas para los Salmos, otros pasajes de la Escritura, himnos de la Iglesia, así como a poemas espirituales tomados de sus escritos. Kiko Argüello es autor de libros, además de importantes obras de pintura, arquitectura y escultura en todo el mundo.»
El premio se refiere también a la radicalidad de la vida evangélica
Sobre la posibilidad de que el arte se convierta en una devoción idólatra, en el sentido de no conducir a nada más que a sí misma, se ha centrado el cardenal Grzegorz Ryś, arzobispo de Łódź. Él ha subrayado este aspecto, precisamente para explicar que no es fácil vivir correctamente “el principio per artem ad Deum”, porque requiere no sólo talento sino también discernimiento y oración. “El premio otorgado no se refiere, por tanto, solo a las capacidades artísticas sino también al radicalismo de la vida evangélica”. El cardenal ha citado la carta a los artistas de San Juan Pablo II y recuerda, por tanto, que la vía de la belleza es vía del anuncio de la salvación para todos los seres humanos, para cada pecador.
Kiko: el Camino es lo más importante de mi obra artística.
Agradeciendo la entrega del premio, Kiko ha querido recordar cuál es el sentido más profundo de su experiencia artística. «El Señor -ha explicado- ha hecho con Carmen (Hernández, sierva de Dios y coiniciadora del Camino neocatecumenal, ndr) y conmigo algo impresionante. Porque lo más importante de toda mi obra artística, ha sido abrir un Camino de Iniciación Cristiana” en la Iglesia que está ayudando a tantas familias y jóvenes. «Esto sí que es una obra de arte”, ha afirmado en el discurso en el que ha recorrido el sentido de la belleza. La belleza es, de hecho, relación, como se muestra, por ejemplo, en un paisaje, el azul del cielo que canta a la belleza de las nubes grises o blancas. Esto se debe a que “el contenido más profundo de la belleza es el amor ”. Yendo todavía más en profundidad, se ha referido a Dostoievski que dice que la belleza es Cristo: “La belleza siempre produce una emoción estética” y es “como si Dios quisiera demostrar con la belleza que nos ama».
Kiko ha recorrido el sentido de la belleza a través de la Sagrada Escritura. Ha recordado que Dios llama a los cristianos a participar en la construcción de esta belleza, mostrando el amor de Dios al mundo, testimoniando que es posible no vivir más para sí mismos. “La obra de salvación consiste en arrancar al hombre de la maldición de ofrecerse todo para sí mismo, devolviéndolo a la belleza del amor”. La gente está esperando el anuncio del Evangelio a los pobres, y de ver realizado este tipo de amor: «Amad a vuestros enemigos». El Camino Neocatecumenal trata de llevar esto a través de pequeñas comunidades cristianas en la parroquia -compuestas por 30-40 personas- para mostrar el amor de Dios en un mundo cada vez más secularizado. El Concilio Vaticano II habla, de hecho, de la Iglesia como sacramento universal de salvación. Por eso, es muy importante que resplandezca la belleza de Cristo en los cristianos. “Cristo ha muerto -ha concluido Kiko- para que el hombre salga de este círculo de egoísmo, para que ya no viva más para sí mismo, sino para aquél que murió y resucitó por él, Cristo.»
La obra artística
Para ilustrar el itinerario artístico de Kiko Argüello, finalmente P. Segundo Tejado, presidente de la Fundación Ópera Artística Kiko Argüello, que tiene como objetivo conservar y dar a conocer sus obras, ha recordado cómo Kiko estudió Bellas Artes en la Academia de San Fernando de Madrid y obtuvo en 1959 el Premio Nacional extraordinario de Pintura. Al final de los años 1950, tuvo una crisis existencial y, tras un profundo encuentro con el Señor, se fue a vivir entre los pobres en las chabolas de Palomeras Altas en Madrid. Allí conoció a Carmen Hernández y comenzó la experiencia del Camino Neocatecumenal que hoy está presente en 136 naciones, en cerca de 6.200 parroquias. El arte de Kiko, ya sea en la iconografía, como en la arquitectura, busca ofrecer lugares en armonía con la renovación que trae el Concilio Vaticano II. En la pintura, explicó P. Tejado, su referencia son los iconos de la Iglesia Oriental: Kiko queda impresionado por estos pintores que renuncian a su propia «originalidad» sometiéndose al canon preestablecido en la tradición. Kiko se inspira, por tanto, en este arte, actualizándolo con los progresos de la pintura moderna -como Picasso y Matisse- en los que se había formado. Sus obras artísticas se encuentran en muchos parroquias: desde Roma a Florencia; desde Piacenza a París, hasta la Catedral de Madrid, para citar sólo algunas lugares.
“Kiko -ha subrayado P. Tejado- saca el arte del contexto del negocio: no cobra por sus obras. Busca un arte para los pobres, para la liturgia», «un arte que lleve al hombre a experimentar el amor que Dios nos ha mostrado en Cristo”. Kiko ha diseñado también el modelo arquitectónico de algunos seminarios, ha realizado vidrieras, algunas esculturas y ornamentos litúrgicos. Su obra artística también abraza el campo de la música como vía para anunciar el Evangelio. En 2010 compone su primera sinfonía. El sufrimiento de los inocentes y, en ese mismo año funda la orquesta Sinfonía del Camino Neocatecumenal, un grupo internacional formado por cerca de 200 músicos. La sinfonía se ha interpretado en muchos teatros, salas de conciertos, plazas y catedrales: en Madrid, Nueva York, Chicago, Tokio, Berlín, Jerusalén, Budapest, Lublin, Auschwitz, Trieste.
De hecho, para cerrar el evento se ha interpretado un movimiento del segundo poema sinfónico El Mesías por un dúo de piano y violín, con un solista. Las notas de la música y la mirada dirigida al retablo de la capilla, donde están representadas escenas de la vida de Cristo, han sellado el encuentro, haciéndolo así una experiencia viva de esa belleza capaz de conmover el corazón del hombre.