Audiencia general 8-V-1974
S. Pablo VI
El día 8 de mayo de 1974, como conclusión del encuentro internacional en Roma en la “Domus Mariae”, cerca de 500 participantes, presbíteros y seglares, procedentes de los países de Europa, participaron en la Audiencia pontificia. Pablo VI se dirigió a ellos con estas palabras:
«Saludamos al grupo de sacerdotes y
laicos que representan el movimiento -mirad los frutos del concilio- de
las Comunidades Neocatecumenales, llegados a Roma de muchas diócesis de
Italia y de otros países para un encuentro sobre el tema de la
Evangelización en el mundo contemporáneo, tema que será examinado en la
próxima asamblea del Sínodo de Obispos.
¡Cuánta alegría y cuánta esperanza nos dais con vuestra presencia y con vuestra actividad!
Sabemos que en vuestras comunidades os esforzáis todos juntos en comprender y desarrollar las riquezas de vuestro Bautismo y sus consecuencias por vuestra pertenencia a Cristo. Tal empeño os lleva a daros cuenta de que la vida cristiana no es otra cosa que una coherencia, un dinamismo permanente que deriva del hecho de haber aceptado estar con Cristo y prolongar su presencia y su misión en el mundo.
Este propósito, que para vosotros es un modo consciente y auténtico de vivir la vocación cristiana, se traduce también en un testimonio eficaz para los otros, en un estímulo para el redescubrimiento y la recuperación de los valores cristianos verdaderos, auténticos, efectivos, que de otro modo podrían quedar olvidados.
¡No! Vosotros los ponéis en evidencia, en emergencia y les dais un esplendor moral verdaderamente ejemplar, precisamente porque así, con este espíritu cristiano, vosotros vivís esta Comunidad Neocatecumenal.
Vivir y promover este despertar es considerado por vosotros como una forma de catecumenado postbautismal, que podrá renovar en las comunidades cristianas de hoy aquellos efectos de madurez y de profundización que en la Iglesia primitiva eran realizados en el período de preparación al Bautismo.
Vosotros lo hacéis después: el antes o después, diría, es secundario. El hecho es que vosotros miráis a la autenticidad, a la plenitud, a la coherencia, a la sinceridad de la vida cristiana. Y esto tiene un mérito grandísimo, repito, que nos consuela enormemente y que nos sugiere e inspira los augurios, los votos y las bendiciones más copiosas para vosotros y para todos aquellos que os asisten y para cuantos vosotros podéis con vuestro saludo y con vuestro mensaje saludar de nuestra parte.
Nos alegra saber que ayudáis a tomar conciencia de esto en muchas parroquias. Nos alegra particularmente saber que en toda vuestra iniciativa estáis sumamente atentos a la dependencia de vuestros pastores y a la comunión con todos los hermanos. Os alentamos por esta sensibilidad eclesial, que es siempre garantía de la presencia edificadora del Espíritu».