Kiko Argüello
Querido Padre:
Gracias por su presencia, gracias por haber aceptado enviar a estas familias en misión.
Saludamos al Cardenal Kevin Farrell, a los Arzobispos y Obispos presentes, y también a los miembros del Dicasterio “Laicos, Familia y Vida”, que han aceptado compartir este acontecimiento con nosotros.
Santo Padre, antes de empezar queremos comunicarle una noticia que sabemos le hará feliz: la Arquidiócesis de Madrid nos ha informado que la causa de beatificación y canonización de Carmen Hernández se abrirá pronto oficialmente. ¡Un aplauso a Carmen!
Quiero presentar ante todo a las familias en misión en Ucrania que al inicio de la guerra, con gran sufrimiento, han debido abandonar la nación, pero que están deseando volver, por un milagro de la gracia de Dios. Dicen: “¿Cómo no vamos a volver si ahí hemos dejado a tantos hermanos, a tanta gente que nos necesita?”. Poneos de pie las familias que estáis en Ucrania.
Presentamos ahora a las familias misioneras:
Poneos de pie las familias en misión en las naciones que ahora nombraré: Rusia, Letonia, Lituania, Estonia, Rumanía, Bulgaria, Hungría, Austria, Alemania, Francia, Suecia, Noruega, Islandia, Gran Bretaña, Irlanda, Italia, Chipre, Grecia, España, Portugal, Turquía, Albania, Serbia, Montenegro, Croacia y Moldavia. Un aplauso para todas las que van a Europa.
Presentamos ahora a las familias que van a ir a Asia: Kazakstán, Mongolia, Japón, Corea del Sur, Taiwán, Camboya, Laos. Un aplauso.
Por América: Canadá, Estados Unidos, Méjico, Puerto Rico, Jamaica, Chile, Ecuador (Amazonía), y Argentina. Un aplauso.
Por África: Egipto, Túnez, Etiopía, Sudán, Kenia, Camerún, Uganda, Gabón, Guinea Ecuatorial, Cabo Verde, Costa de Marfil y Sudáfrica. Un aplauso.
Por Australia y Oceanía. Un aplauso.
Presentamos a los Itinerantes Responsables del Camino Neocatecumenal en 134 naciones. ¡Un aplauso!
Los otros presbíteros aquí presentes.
Los seminaristas de los seminarios Redemptoris Mater.
Y, finalmente, a tantos hermanos de las comunidades neocatecumenales de Roma.
Santo Padre, es un bellísimo espectáculo el que viviremos hoy aquí. En esta generación Dios está llamando a las familias, a imagen de la Sagrada Familia de Nazaret, a llevar la alegría del amor de Dios a los hombres que todavía no lo conocen.
Son 430 las Familias que están esperando ser confirmadas y enviadas por Usted, para que llenas de Espíritu Santo puedan partir para ser testigos del amor y del poder de Cristo Resucitado. Gracias, Santo Padre, por estar aquí con nosotros.
Estas familias tienen necesidad de ser confirmadas por Pedro. Ante las muchas dificultades que encontrarán y las tribulaciones que llegarán, la presencia del Papa será para ellas una consolación, una gran ayuda y una defensa.
El Camino Neocatecumenal es un fruto del Concilio Vaticano II, como reconoció desde sus inicios San Pablo VI. Este itinerario de iniciación cristiana lleva a las personas a una fe adulta, mediante el redescubrimiento de las riquezas de nuestro bautismo.
Ante el fenómeno de la secularización, del ateísmo y de la crisis de valores morales, culturales y filosóficos, es sin lugar a duda algo maravilloso que el Señor haya suscitado a familias enteras, con sus hijos, para emigrar y trasplantarse a las zonas más secularizadas y más pobres para llevar el anuncio de Jesucristo.
¡Cristo ha resucitado! He aquí porqué estos hermanos dejan su casa, los parientes, los amigos, la propia tierra y van a evangelizar, porque Cristo les ha concedido participar en su victoria sobre el pecado y sobre la muerte y pueden ofrecer su vida a los demás.
Recordamos con gratitud las palabras que nos dirigió la última vez que nos encontramos, el 4 de mayo de 2018, en Tor Vergata, con ocasión del 50º aniversario del Camino: “Sois un don del Espíritu Santo para la Iglesia”. Por esto, antes de escuchar el Evangelio, queremos invocar al Espíritu Santo para que ayude a las familias que ahora salen y a las familias que ya están en misión. Pidamos para ellos el Espíritu Santo, con sus dones, para que puedan tener paciencia en los sufrimientos y encuentren el verdadero reposo en la Cruz de Cristo. Todos necesitamos al Espíritu Santo, porque sin Él no hay nada puro ni santo en nosotros. Cantemos un himno al Espíritu Santo.
Papa Francisco
Esta mañana, 27 de junio de 2022, en el Aula Pablo VI, el Santo Padre Francisco ha recibido en Audiencia a las Familias del Camino Neocatecumenal enviadas en misión y les ha dirigido el discurso que publicamos a continuación:
Discurso del Santo Padre
Hemos escuchado la misión de Jesús: “Id, dad testimonio, predicad el Evangelio”. Desde ese día los apóstoles, los discípulos, toda la gente siguió adelante con la misma fuerza que Jesús les había dado: es la fuerza que viene del Espíritu. “Id y predicad… Bautizad”.
Pero sabemos que, una vez que hemos bautizado, la comunidad que nace de ese Bautismo es libre, es una nueva Iglesia; nosotros debemos dejarla crecer, ayudarla a crecer con las propias modalidades, con la propia cultura … Esta es la historia de la evangelización. Todos iguales en cuanto a la fe: creo en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, el Hijo que se ha encarnado, ha muerto y ha resucitado por nosotros, el Espíritu que nos ayuda y nos hace crecer: la misma fe. Pero todos con la modalidad de la propia cultura o de la cultura del lugar donde la fe ha sido predicada.
Este trabajo, esta riqueza pluricultural del Evangelio, que nace de la predicación de Jesucristo y se hace cultura, es, en un cierto sentido, la historia de la Iglesia: tantas culturas pero el mismo Evangelio. Tantos pueblos, el mismo Jesucristo. Tantas buenas voluntades, el mismo Espíritu. Y a esto estamos llamados: seguir adelante con la fuerza del Espíritu, llevando el Evangelio en el corazón y en las manos. El Evangelio de Jesucristo, no el mío: es de Jesucristo, que se adapta a las diferentes culturas, pero es el mismo. La fe crece, la fe se incultura, pero la fe siempre es la misma.
Este espíritu misionero, es decir, el dejaros enviar, es una inspiración para todos vosotros. Os doy las gracias por ello, y os pido docilidad al Espíritu que os envía, docilidad y obediencia a Jesucristo en su Iglesia. Todo en la Iglesia, nada fuera de la Iglesia. Esta es la espiritualidad que nos debe acompañar siempre: predicar a Jesucristo con la fuerza del Espíritu en la Iglesia y con la Iglesia. Y quien es la cabeza –digamos así– de las diferentes Iglesias es el obispo: ir adelante siempre con el obispo, siempre. Él es la cabeza de la Iglesia, en este País, en este Estado …
¡Seguid adelante! ¡Ánimo! Gracias por vuestra generosidad. No os olvidéis de la mirada de Jesús, que os ha enviado a cada uno de vosotros a predicar y a obedecer a la Iglesia. ¡Muchas gracias!