El miércoles 13 de febrero de 2019, un grupo del Camino Neocatecumenal en peregrinación al Santuario de Loreto (Italia), participó de la Audiencia General del Papa Francisco en el Aula Pablo VI del Vaticano. Algunos matrimonios fueron colocados, junto a sus hijos, en primera fila, de modo que al final de la Audiencia pudieron saludar al Pontífice y conversar con él.

A continuación reproducimos la transcripción de lo ocurrido y de las palabras que el Papa Francisco dedicó a estos hermanos del Camino y que ellos plasmaron después:

«Quisiera en estas líneas expresar nuestra experiencia de la Audiencia del miércoles 13 de febrero con el Santo Padre, al finalizar la peregrinación a Roma y Loreto.

Hemos tenido el honor de conversar unos minutos, con el Santo Padre Francisco, junto a otros matrimonios, en los saludos finales, una vez terminada la Audiencia General.

Dada la transcendencia de las palabras recibidas, para nuestro matrimonio en particular y para el Camino Neocatecumenal, concluida la Audiencia tomé nota de esas palabras para intentar ser lo más fiel posible a la conversación mantenida.

Somos Juan Manuel y Cinta, responsables de la cuarta comunidad neocatecumenal de la Parroquia de Ntra. Sra. De la O de Chipiona, con ocho hijos. El pequeño Santiago, de cinco meses, nos acompañó en la peregrinación. Con nosotros, estaban presentes también David y Noelia con su tercera hija, de la Parroquia de San Francisco de Arcos de la Frontera. Anteriormente habían conversado con el Santo Padre, Israel y Nazareth, con seis hijos, matrimonio de nuestra comunidad, que traían a la peregrinación a Miguel, su pequeño bebé.
Al comienzo de la Audiencia un mayordomo se acercó a Israel y Nazareth que tenía el bebé en brazos y los llevó a primera fila a un sitio que quedaba libre para estar junto al Santo Padre. Los otros dos matrimonios estábamos ubicados en otro lugar.

Intentamos acercarnos a la primera fila con los bebes para estar junto al Papa pero no nos dejaron. Nos encontramos con una valla que separaba la Audiencia donde había varios grupos de chicos franceses que iban a cantarle al Santo Padre, y conseguí pasarme a su grupo con el bebe en brazos, me acompañaba David con su hija igualmente. En ese momento paso uno de estos mayordomos nos colocó en primera fila y me pidió silencio y que el Santo Padre iba a pasar y si él quisiera pararse lo haría, si no, me ordenó que yo no podría insistir. Miré atrás, y no sé cómo Cinta, Noelia y Ana Mary habían llegado a la esquina donde la Policía impedía el paso.

Mientras todo esto ocurría el Santo Padre, había hablado con Israel y Nazareth, fueron los primeros a quienes saludó y les preguntó por los hijos, cuantos tenían, sus edades… Ellos le pedían al Papa que rezara por la juventud, por los hijos… Ellos tienen un celo especial por los jóvenes, además, igual que nosotros, son padrinos en la pastoral de post-confirmación, y el Santo Padre les comentó que la misión de la familia ante las dificultades de hoy en día es ser evangelizadora en este mundo. La conversación la recuerdan con mucho amor, cercanía, tranquilidad, inundada por la emoción, el Santo Padre les regaló un rosario al niño y a ellos y bendijo a Miguel.

Cuando pasó a mi lado, le grité: “¡Papa Francisco somos del Camino Neocatecumenal y venimos de Peregrinar a Roma y Loreto!”

Él se paró, se giró y me dijo: “¡eso es una bendición!”. Y se acercó a nosotros. Le pedí que bendijera al pequeño Santiago de 5 meses que llevaba en brazos y me preguntó qué número era, le dije ‘el octavo, Padre’. Me respondió: “¿el octavo? Vosotros sois la esperanza del invierno demográfico que está viviendo Europa, ¡mucho ánimo! Y una cosa voy a decirte: a los niños hay que educarlos en la fe, nada de educarlos con ‘tonterías y pamplinas’, siempre sed firmes en la fe. Sabes, hoy en la sociedad italiana, está de moda comprarse un perro y educarlo para buscar el puro afecto, lo educan según el afecto que cada uno quiera, no están dispuestos a morir y no saben que morir por los hijos, es encontrar la vida, la vida es tener a Cristo”.

“Ánimo (nos repitió), sois, el Camino Neocatecumenal, esa esperanza que necesita la Europa de hoy, porque de esta sociedad de hoy… ¿qué de ellas erá mañana?, ¿les cuidarán lo perros? ¡no! Cuánto sufrimiento por no dar la vida. Mucho ánimo, sois valientes en este mundo donde lo tenéis todo en contra, ¡pero confiad siempre en cristo! ¡Caminad siempre!”.

Toda la conversación fue muy cercana y afectuosa. El Papa me hablaba muy tranquilo y despacio y me transmitía una paz que junto a la emoción del momento ha sido para mí un sello, en ese momento le dije: ‘Padre, allí están las madres a las que no les deja pasar la policía’. El Santo Padre, muy atento y afectuoso me dijo: “¿cómo? esas madres ‘corajudas’ ¿dónde están?, ¿que están dispuestas por Cristo a parir 8 veces y no las dejan pasar?”.

Me miró, le indiqué el lugar, alzó las manos y gritó a la policía: “que pasen esas madres ‘corajudas’, que se salten a la policía…”.

Y cuando llegaron les tendió la mano y volvió prácticamente a repetir las mismas palabras, mostrándose en todo momento muy paternal y bondadoso.

Nos volvío a decir, dirigiéndose en este caso a mi mujer: “¡sois la esperanza en este invierno demográfico que sufre Europa! Ánimo, ¡educad en la fe!”.

Cinta le dijo: “¡Padre es el octavo hijo!”. Y el Papa le respondió dándole ánimo: “hay que ser responsables en la educación de los hijos. No los eduquéis con tonterías ni pamplinas, sed siempre firmes en la fe ,y con amor”.

Nos invitó a rezar el rosario en familia y nos regaló uno para el niño y otro para cada uno y nos dijo: “¡la Virgen es vuestra madre!”.

Se despidió muy afectuosamente y nos fuimos, repitiendo estas palabras en nuestro interior una y otra vez meditándolas».

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