El canal Tv2000 realizó una entrevista al Padre Mario Pezzi sobre su experiencia como Presbítero del equipo de los Iniciadores del Camino Neocatecumenal, Kiko y Carmen, y ahora Ascensión.
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Transcripción de la entrevista a P. Mario Pezzi en el programa “SOUL” de la televisión TV2000, por la periodista Mónica Mondo, Roma (Italia), 20 de marzo de 2022.


Sacerdote, misionero comboniano, padre Mario Pezzi, don Mario Pezzi, ¿cómo prefiere ser llamado?

Padre, porque todavía soy misionero comboniano en el corazón.

Usted es el presbítero del Equipo internacional del Camino Neocatecumenal, del que es iniciador junto a Kiko Argüello y Carmen Hernández, aunque usted diga que no ha querido iniciar nada.

No, yo no soy iniciador. Los iniciadores son Kiko y Carmen. Yo he sido llamado desde el 1971 a acompañarlos como presbítero itinerante, porque en cada equipo itinerante es importante la presencia del presbítero.

Pero sí que está entre los primeros.

Sí, entre los primeros sí.  

Y, hoy sobre todo, después del fallecimiento de Carmen Hernández, con Kiko Argüello y María Ascensión Romero, usted es responsable del Camino en todo el mundo. ¿Sois tantos, verdad? ¿Cómo les llama? ¿Hermanos, hijos?

Hermanos y también hijos y nietos…

Usted nació en Gottolengo, cerca de Brescia. No hubiera imaginado que hubiera viajado por todo el mundo.

No, absolutamente no.

¿Cómo llegó a ser misionero?

Tuve la vocación al sacerdocio muy pronto, de pequeño. Luego encontré a un misionero que buscaba vocaciones.  El párroco me invitó a encontrarlo y después de un mes de prueba –lo llamaban así, para ver quiénes habían adherido– me seleccionaron para entrar en seminario. Entonces se entraba en la “quinta elementare”, (a los seis años, ndt), porque al final de la “quinta” había un examen particular para acceder a las clases siguientes. Y desde allí siguió toda mi formación.  

Sobre todo orientado a África. Luego encontró el Camino. ¿Cómo lo encontró? ¿Cómo sucedió? Después me tendrá que explicar también qué es el Camino Neocatecumenal.

Sí. ¿Cómo sucedió? No mágicamente. Fue el Señor quien me preparó desde muchos años atrás, a través de una crisis interior que tuve desde el tiempo del noviciado y, sobre todo, en Roma, donde los superiores me mandaron a estudiar en la Universidad Urbaniana.

Era después del 1968, en el 1969, y ya el “sesenta y ocho” había entrado en las Universidades Pontificias. Mi problema era encontrar una forma de ministerio del sacerdote, que fuera más cercano y más inteligible a la gente. Porque yo notaba una separación entre lo que hacíamos en la iglesia y lo que se vivía fuera. Ya entonces esto era algo manifiesto. Además, el lenguaje de los curas ya no llegaba, los sacramentos no incidían para poder cambiar la vida. Los sacramentos son en sí mismos eficaces, sí, pero si no hay una preparación no producen frutos. El bautismo nos pone una pequeña semilla, que tiene una potencia inmensa, como toda semilla. Cuando Dios crea una semilla esta tiene en sí todas las potencialidades para desarrollarse, sólo que en muchos de nosotros –como dijo muchas veces Juan Pablo II– esta semilla queda como muerta, estamos registrados como católicos, pero no hemos tenido la formación.

¿Y usted la tuvo esta formación?

La tuve después, en el Camino. Yo tuve una formación, gracias a Dios, en una familia cristiana, en los misioneros combonianos, con santos misioneros, sobre todo con la figura del Comboni que para mí fue decisiva.

La primera vez que encontró a Kiko y Carmen, una pareja extraña porque no estaban casados, pero que actuaban juntos como cristianos. ¿Qué impresión tuvo de ellos? ¿Qué es lo que le sorprendió?

Yo los encontré como personas normales, unidos por una misión. Y me impresionó, sobre todo, lo que decían, lo que predicaban. ¿Por qué? Porque ahí encontré la respuesta… Porque desde los estudios de teología empecé a buscar una figura de sacerdote más cercana a la gente. Estuve en Spello, con los “Pequeños Hermanos”, los visité. Tuve relación con los curas obreros de Lovaina, menos extremistas que los franceses. Todos buscábamos… En aquel tiempo muchos hermanos religiosos dejaron el sacerdocio.

Buscaba, buscaba y un director espiritual me dijo: «Tú no des ningún paso hasta que Dios no te manifieste su voluntad. Espera». Esperé seis años. Acepté ser ordenado sacerdote, porque sobre la vocación no tenía dudas. Me ordenaron en marzo; en julio conocí las comunidades de la parroquia de los Mártires Canadienses y en noviembre conocí a Kiko.

“Mártires Canadienses” es una parroquia de Roma donde inició el Camino en Italia. Si tuviese que decir qué es el Camino a una persona que no lo conoce, ¿qué es?

El Camino es un don que el Señor ha hecho, a través de Kiko y Carmen, a la Iglesia de hoy. El Concilio fue convocado, como decía Juan XXIII, para encontrar un lenguaje que transmitiera las verdades de siempre en un modo nuevo. El Concilio dio la respuesta, descubriendo, sobre todo, el valor de la Palabra de Dios que no puede ser entendida sin el Antiguo Testamento… Hizo esta conexión que está en la base del Camino Neocatecumenal. Renovó la liturgia y Kiko como artista…

Sí, porque era pintor, quizá lo es todavía…

Sí, es pintor, músico, arquitecto y muchas cosas más.

Carmen era más teóloga, ¿no?

Carmen era más investigadora, porque ella era una química. Estaba habilitada para la investigación. Hizo esta investigación en los libros y en las Sagradas Escrituras y traspasó esta sabiduría a Kiko. Yo asistí con ellos al nacimiento de las varias etapas… al nacimiento de la iniciación cristiana… del Camino Neocatecumenal.

¿Cuánto dura este Camino? ¿Dura toda la vida?

No. El Camino Neocatecumenal tiene una duración que no está establecida, como dice el “Ordo Initiatonis Christianae Adultorum”. Es decir, el nuevo orden para el Catecumenado de los Adultos dice que no hay un problema de “tiempo” porque el Camino lo identificamos en la Virgen María. La Virgen María recibe un anuncio: «Serás la madre del Hijo de Dios». «¿Cómo es posible?», dijo. «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo del Altísimo», que salvará a la humanidad. «He aquí la esclava del Señor». Y en María se inicia un proceso de gestación.

Entonces, nuestros ángeles, catequistas itinerantes, que van sin dinero y dan su vida por el Anuncio, anuncian una Buena Noticia: que Dios nos ama como somos, que no nos pide que cambiemos para amarnos. Y esto toca el corazón de muchos, sobre todo, de muchos pecadores, porque siempre hemos tenido el esquema de que Dios ama a los buenos y castiga a los malos. Dios nos ha amado cuando éramos sus enemigos, cuando lo crucificamos, Él dice: «¡Padre, perdónales!». Por amor nuestro, para salvarnos de la esclavitud que tenemos a la muerte… No es que los hombres son malos, son esclavos, y Jesucristo dándonos su Espíritu nos hace hijos de Dios.

¿Tú crees? ¿Sabes lo que quiere decir ser hijo de Dios? Quiere decir que el Espíritu Santo habita en nuestros corazones. San Pablo dice en la carta a los Gálatas que los frutos de la carne, de aquellos que no han conocido a Jesucristo, son envidias, celos, guerras, maledicencias, etc. (cf. Gal 5, 20-21). Y los frutos del Espíritu Santo que habita en nosotros… Claro que es necesaria una iniciación. Estamos acostumbrados que para ser ingeniero hay que cursar una carrera de muchos años, para ser cirujano… ¿Y para ser cristianos? Porque hoy el mundo ya no es cristiano. Por esto el Camino es un don para esta sociedad y tiene una palabra existencial que llega a los drogados, a los matrimonios destruidos, que hace que nazcan hijos, que hace que muchas familias dejen su trabajo, todo, para ir a testimoniar este amor de Dios que les ha salvado, que existe una salvación.

Esta es la misión, que es característica del carisma –se dice así, ¿no?– de la gracia, de la forma de posicionarse en la Iglesia de vuestro movimiento eclesial. Explique bien esto.

No, no es un movimiento. En la última audiencia con el Papa Francisco, en la que confirmó a Kiko, mientras viva, –porque dijo que estamos en un tiempo todavía fundacional, que acabará cuando morirá Kiko–, dijo: «vosotros no sois un movimiento, como dijo el Papa Juan Pablo II». Cuando el Papa Juan Pablo II fue a la parroquia de Mártires Canadienses, dijo: «… porque vuestro movimiento», y Carmen se levantó públicamente y dijo: «no es un movimiento, es un camino, una iniciación progresiva, gradual a la vida cristiana». Después el Papa volvió a decir «vuestro movimiento», y Carmen se levantó otra vez. Las guardias ya estaban preparadas para acercarse a Carmen. Y el Papa dijo: «Bueno, no es un movimiento, pero el Camino está en movimiento».

Juan Pablo II os quiso mucho, os estimaba y os apoyó muchísimo.

Sí, nos quiso mucho. Sí, porque él venía de la experiencia del nazismo y del comunismo. Lo que está sucediendo hoy, él ya lo vivió en su carne. Su mensaje más grande para los cristianos es: «¡No tengáis miedo. Abrid las puertas a Cristo! ¡Conoced a Jesucristo!». ¿Cómo es posible que Dios hablase a los hombres durante siglos mediante los profetas y últimamente a través de su Hijo y nosotros no conocemos tan siquiera lo que dijo? No hemos tenido una formación a la vida cristiana.

Incluso los niños ya no se saben hacerse el signo de la Cruz.

Ni tampoco saben quién es el que está en la Cruz.

¿Cómo se puede hablar sobre todo a los jóvenes, padre, que están tan aturdidos y distraídos, para los que Dios es una opción, no es una presencia?

Este es un gran don que el Señor ha hecho al Camino: el haber apostado por la familia. No han querido hacer grupos de jóvenes, o otros grupos, no, sino la familia. Porque con la familia viene la educación a los hijos y la transmisión de la fe a los hijos. En nuestras familias tenemos tantas ayudas.

Por ejemplo, después de un periodo de Camino se hace una celebración doméstica el domingo por la mañana. El domingo por la mañana celebran los laudes alrededor de una mesa con un mantel, con las flores, con las velas, con un crucifijo, con la Biblia. Los niños tocan los tamborcillos, los abuelos también participan. Después de los salmos el papá lee el evangelio del día y después pregunta a los hijos: «¿Qué te dice a ti esta palabra?». Mediante este diálogo, que es importantísimo, transmiten la fe. Después, cuando ya tienen una cierta edad, cuando ya se pueden comportar bien en la eucaristía, los padres les llevan a las eucaristías con ellos. Y cuando tienen trece años, la edad de la pubertad, se les invita a entrar en una nueva comunidad.

Es un itinerario formativo que, de alguna manera, recuerda a los judíos ¿es así?

Ciertamente. Los judíos tenían una especie de catecumenado, de iniciación, muy serio, y antes de admitir a un prosélito le preguntaban: «¿Pero tú sabes que entrando en nuestro pueblo, puedes ser asesinado, como lo son muchos de los nuestros?». Si respondía: «Sí, lo sé» –porque se sentía atraído por su manera de vivir–, si decía que sí, lo admitían y si decía que no, no lo admitían.

Usted está diciendo que ser cristiano no es fácil y que puede costar también sufrimientos, exclusiones, persecuciones y muerte.

Sí. No es que sea difícil sino que es muy fácil. Porque en el primer periodo, que llamamos pre-catecumenado, no pedimos nada a las personas. Hay gente con la amante, hay gente drogada … No se pide nada porque el Camino es celebrativo, no es una mentalización. Nosotros nos basamos en la celebración de la Palabra cada semana, que antes la prepara un grupo de la comunidad. Después, cuando es celebrada y la Palabra de Dios es proclamada en una pequeña comunidad, la presencia del Espíritu Santo tiene el poder de tocar el corazón.

Esto hace también que la misión no sea proselitismo, ¿no?

Sí, por esto el Papa Francisco nos ha dado muchas veces las gracias, sobre todo, porque a través de las familias en misión que viven…

¿Cuántas son, padre?

No lo sé, unas mil. Sobre todo están presentes en China, Laos, Vietnam, etc., pero también en el norte de Europa, también en América, en los pueblos jóvenes, etc. Sólo con su presencia, por el modo en el que viven, atraen a las personas. Cuando una familia con seis, siete, diez, once hijos, va al mercado, todos la admiran, como una nostalgia, como un deseo. Tenemos familias que nos pidieron esta misión desde el año 1985, 1986, familias que salieron, las primeras, al norte de Europa, y también a las barracas de Lima. Las familias salieron dejando el trabajo, todo, para encarnarse en esos lugares. Porque tenemos dos tipos: los itinerantes, son los que “vuelan”, porque son los que siguen todo el itinerario del Camino hasta el final. Ellos deciden cuando es el tiempo de hacer un paso, si hay una madurez suficiente. Otras son las familias en misión y missio ad gentes, familias que están fijas en un lugar.

¿Tenéis también muchos sacerdotes?

Para esto nacieron, con el Papa Juan Pablo II… Kiko y Carmen quisieron fundar, gracias a Juan Pablo II, un seminario para formar presbíteros al servicio de estas familias en la evangelización.

¿También en el Camino Neocatecumenal como en otras formas de pertenencia a la Iglesia, se nota hoy una crisis, una falta de adhesiones, una falta de fascinación, de atractiva? Es decir, el don del Espíritu que Juan Pablo II declaró en estas nuevas formas, movimientos, ¿está disminuyendo?

El Reino de Dios es un misterio. Quizá el Señor actúa mucho más de lo que nosotros vemos. También porque el Reino de Dios no hace publicidad. Hay santos en todo el mundo, ante Dios, hombres rectos de buena voluntad que no hacen noticia. Hacen noticia, en cambio, los que tienen los medios de comunicación e hinchan las cosas … ahora con el metaverso crean la realidad hipervirtual que encadena a nuestros jóvenes a perder tiempo.

Hemos visto que en nuestras comunidades… Durante el primer ataque del covid, que salió de China, donde estaban nuestras familias, recibimos cartas espontáneas que decían: «Este es un periodo particular que Dios nos da para tener mayor intimidad con Él, para no dispersarnos en la actividad». La vieron como una gracia. Después llegó a nosotros y también nosotros, durante un año, no pudimos tener reuniones presenciales; las tuvimos que hacer, los que podían, por “zoom”. Pero en este año, el 2020, redescubrimos la celebración doméstica. Es decir, las familias celebraron, como pudieron, la Vigilia Pascual. Nosotros preparamos primero a los niños, les enseñamos los cantos, etc. Celebraron también la Vigilia de Pentecostés. ¡Las dos fueron una maravilla! La fe de nuestros hermanos, aunque probada, resiste y aumenta.

Nosotros tenemos una catequesis sobre la Cruz, que dice que la Cruz es gloriosa. Jesucristo la ha hecho gloriosa porque mediante la Cruz, el Señor nos desnuda del hombre viejo. Y todos, todos, también los no creyentes, un día se encuentran en una cama, impotentes, y muchos que se profesan comunistas, o ateos, piden reconciliarse con el Señor. Después, para los jóvenes tenemos un montón de iniciativas. A parte de los laudes del domingo por la mañana, tenemos la “Scrutatio”. Invitamos cada mes a los jóvenes a escrutar la Escritura en la parroquia. Luego tenemos los “campos estivos”, peregrinaciones. Intentamos ayudarles porque deben sostener una batalla enorme, con la presión de los medios de comunicación, de la escuela, del “gender”, etc.

Pero lo que es más importante es que sus palabras son una mirada profética. Le doy muchas gracias y le pido si hay un canto del Camino que le es particularmente querido, que podamos escuchar y con el que podamos acabar.

Sí, “María, pequeña María” y el “Salve Regina”. Pero yo no los tengo, ¿los tenéis vosotros? …

Nosotros los buscamos… Ahora ya lo estamos escuchando …

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